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Washington asegura que mantiene su neutralidad

Estados Unidos destruyó ayer, mediante un ataque naval, una plataforma petrolífera iraní en aguas del golfo Pérsico y

los equipos de radar y comunicaciones de otra, en una represalia "prudente, limitada y proporcionada" a los ataques iraníes con misiles Silkworm contra buques norteamericanos. Unos 1.000 proyectiles de cañones de 127 milímetros de diámetro, disparados por cuatro destructores de EE UU, borraron del mapa la plataforma Rostam, inactiva y considerada por Washington objetivo militar, no económico, desde donde Irán montaba ataques contra la libre

navegación en el Golfo. Estaba anclada 120 millas al este de Bahrain y 90 al sur de Irán. Ronald Reagan calificó el ataque, ocurrido a las siete de la mañana, hora de EE UU (mediodía en España), como un "ejercicio del derecho de autodefensa" establecido por las Naciones Unidas. El presidente norteamericano se lo comunicó así ayer al secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar. Washington considera que "el asunto está ahora cerrado" y "no desea una confrontación militar con Irán". El régimen de Teherán aseguró que el ataque es el comienzo de una confrontación más extensa, de un nuevo Vietnam para EE UU en el Golfo.

El jefe del cuartel general de información sobre la guerra, Kamal Jarrazi, aseguró que "EE UU recibirá su merecido por el ataque criminal" y será objeto de "un golpe aplastante". El presidente de la República Islámica, Alí Jamenei, declaró que "lrán no dejará sin respuesta" la agresión. Mientras algunos aliados de Washington justificaban el ataque ("una medida de autoprotección", según el ministro español de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez), la URSS lo calificaba de síntoma de "aventurerismo bélico". Los observadores en Washington temen que esta señal de fuerza sea insuficiente para evitar nuevas agresiones iraníes y que, de hecho, implique más a EE UU en un confticto en el que oficialmente es neutral.

Un informe del Congreso publicado ayer advierte que Washington corre ahora el riesgo de convertirse en beligerante. Es realista pensar, añade, que Irak puede perder la guerra, lo que sería "catastrófico" para los intereses occidentales en el golfo Pérsico.

"Este ataque no quiere decir que estemos en el lado de Irak en su guerra con Irán ni que hayamos hecho nada para una escalada del conflicto", advirtió la Casa Blanca. Voces en el Congreso se levantaron ayer de nuevo exigiendo al presidente que invoque la, ley de Poderes de Guerra, que concedería al Legislativo poderes para limitar y acabar con la presencia naval norteamericana en el golfo Pérsico. Reagan ha dudado durante más de 48 horas sobre cómo responder al misil Salkworm que el pasado viernes alcanzó un petrolero de Kuwait, bajo pabellón estadounidense, en aguas de este emirato del golfo Pérsico. La presión de los países árabes moderados (Arabia Saudí y Kuwait pidieron a EE UU que respondiera militarmente para demostrar su voluntad política de defender a estos aliados contra la amenaza iraní) y la necesidad de confirmar, tras meses de amenazas y dudas, la credibilidad del poderío militar que ha desplegado Washington en el golfo Pérsico, han forzado al presidente a contestar militarmente. El presidente se ha cargado de razón y ha dado la luz verde cuando ha sentido que el Congreso y la, opinión pública apoyaban una reacción bélica. Jugar sobre seguro Pero, jugando sobre seguro, ha

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elegido la respuesta más fácil y escasamente relevante desde un punto de vista militar, rechazando la destrucción de las baterías de misiles Silkworm. mediante un ataque aéreo con aviones A-6 desde el portaviones Ranger, una opción que le había sido presentada por el Pentágono. La

destrucción de la plataforma petrolífera no supone un daño económico para Irán, que puede perfectanmente asumir este coste. La moderación norteamericana y el deseo de no provocar a Irán quedan reflejados en el aviso con 20 minutos de antelación que fue hecho a los 20 o 30 ocupantes de la plataforma, que tuvieron tiempo para abandonarla. Horas más tarde comandos especiales de la Marina nortemericana se apoderaron de otra plataforma, que había sido abandonada por sus ocupantes, a unos ocho kilómetros de la primera, y destruyeron equipos de radar y comunicaciones.

Según el Pentágono, no se trató de un segundo ataque propiamente dicho, sino y que se aprovechó "una ocasión". "No buscamos una nueva confrontación con Irán, pero estaremos preparados para afrontar cualquier escalada militar por parte de Teherán con medidas más fuertes", advirtió el secretario de Defensa, Caspar Weinberger. "El Gobierno iraní", afirma una declaración hecha pública por la Casa Blanca tras el ataque, "no debe hacerse ilusión alguna sobre nuestra determinación y capacidad para

proteger a nuestros barcos e intereses contra ataques no provocados".

Washington presentó ayer la acción como un ataque de respuesta contra un objetivo "militar". El Pentágono explicó que las plataformas había sido utilizadas para lanzar ataques con lanchas rápidas contra la libre

navegación en el Golfo, como base para la agresión hace unos días contra helicópteros norteamericanos y para coordinar la vigilancia de radar sobre el movimiento de los convoyes de petroleros. La Casa Blanca insistió ayer

en que la respuesta militar se produce despúes de repetidas y advertencias a Irán, a través de la Embajada suiza en Teherán, que se encarga de los intereses norteamericanos, de que cesara la agresión contra objetivos de a EE UU y de que podía sufrir represalias. Washington informó a los países del Golfo y a los aliados occidentales que tienen buques de guerra en la zona (el Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica y Holanda) y, al parecer, también a la Unión Soviética, de que iba a lanzar el ataque. "El carácter limitado del mismo, la precisión en la identificación del objetivo, es proporcional al ataque iraní con un misil Silkworm", explicó el portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater. El ataque no puso en peligro vidas norteamericanas, y la plataforma, que contaba con defensa antiaérea y caflones de 50 milímetros, no respondió. Al parecer, los iraníes tampoco intentaron utilizar su aviación. Los destructores norteamericanos tenían cobertura aérea, y otras unidades navales estaban situadas entre las plataformas y la costa iraní para bloquear electrónicamente cualquier respuesta al bombardeo. La represalia norte americana será bien recibida por la opinión pública, que siempre se coloca al lado del presidente cuando EE UU utiliza la fuerza El Congreso estaba alentando a Reagan a responder con la fuerza a las agresiones iraníes, y el domingo, el senador Sarri Nunn, el demócrata con más prestigio en temas internacionales, anunció que apoyaría una represalia militar proporcionada. Reagan tomó la decisión definitiva el fin de semana, después de que el Consejo de Seguridad Nacional le presentara varias opciones de: respuesta. El presidente había exigido que fuera un golpe "proporcional y medido", suficiente para demostrar la voluntad política de Estados Unido-. En la tarde del domingo, al regresar a la Casa Blanca procedente del hospital de Bethesda, donde Nancy Reagan fue operada el sábado de cáncer de pecho, el preisidente dijo a los periodistas: "Ya he tomado una decisión, pero nD puedo decir cuál". A las 19.45 (0.45 del lunes, hora peninsular), Reagan convocó en la Casa Blanca a los dirigentes del Congreso para informarles previamente del ataque, igual que hizo antes de la invasión de Granada y del bombardeo de Libia. Al parecer, no hubo oposición a los planes de represalia, aunque volvió a suscitarse la polémica de la invocación de la ley de Poderes de

Guerra.

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