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Reportaje:GUERRA EN IRAK | La situación en Bagdad

"Salimos a ver los aviones"

Los heridos en los primeros ataques aéreos aseguran que no vivían cerca de instalaciones militares

Ángeles Espinosa

Salir al jardín para ver los bombardeos resulta peligroso. Ahmed Sabah lo ha aprendido en carne propia. El muchacho, de 18 años, yace inerte en una cama del hospital público Al Kindi, donde están internados los heridos de los primeros bombardeos.

Mientras, los funcionarios del Ministerio de Información muestran sin pudor sus heridas a los periodistas extranjeros, el primo con el que se entretenía localizando misiles en el cielo explica lo que sucedió. "Ocurrió anoche" (por el jueves), relata, "habíamos salido al jardín para ver los aviones... Yo estaba con él, pero volví adentro a buscar cigarrillos". Entonces se oyó una fuerte explosión y luego los quejidos del muchacho. Toda la familia fue corriendo al jardín y lo encontró tendido en el suelo y con múltiples heridas. La bomba impactó a decenas de metros de su casa, pero Ahmed resultó alcanzado por la onda expansiva y algunos trozos de metralla. "Tiene fracturas múltiples en las piernas y los brazos, y cuerpos extraños incrustados en varias partes del cuerpo", explica en francés un médico mientras ofrece las radiografías como testimonio. Ahmed no puede hablar. Tiene mala cara y las piernas vendadas. Los Sabah viven en Zafaraniya, un barrio relativamente céntrico y donde el primo de Ahmed dice desconocer si existe alguna instalación militar o edificio del Gobierno que pudiera ser un objetivo militar para Estados Unidos. "Que yo sepa, no hay nada", asegura.

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En otra cama de la misma habitación, Anwar Wahid, periodista, también se recupera de los efectos de un bombazo. Wahid, de 40 años, tuvo más suerte: sólo está herido en las piernas y puede contar su propia historia. Vive en el barrio de Karrada y cuando oyó las sirenas a las cinco y media de la madrugada del jueves, optó por salir a la calle porque le pareció "más seguro". Apenas había cruzado la puerta, "un misil cayó a unos cinco metros de la puerta de mi casa". La onda expansiva la arrancó de cuajo. "Se nos vino encima a mí y a mi hermana, que también está ingresada en este hospital", dice. Asegura que su vivienda ha quedado muy dañada. "También se rompieron las ventanas". Wahid asegura que en su barrio no hay objetivo alguno que justifique el ataque.

Sea como fuere, las autoridades iraquíes siguen sin permitir el acceso de los periodistas a los lugares alcanzados por los bombardeos. En vez de eso, ayer organizaron una visita a la planta eléctrica de Dora. Allí, el ministro de Electricidad, Sahban Mahyud, se empeñó en convencer a los informadores de que era un triunfo iraquí que la instalación siguiera en pie. Mahyud parecía no reparar en que la visita subrayaba lo contrario, que EE UU, en las primeras acciones, está evitando dañar las estructuras civiles.

"No distinguen entre edificios civiles, centrales eléctricas u otras instalaciones", respondió molesto a un periodista que le quiso señalar la contradicción. Mahyud anunció no obstante que los bombardeos habían dañado "entre 10 y 15 estaciones de distribución", aunque dijo desconocer a cuánta gente habían dejado sin electricidad. "Ahora estoy concentrado en mantener en pie las centrales", contestó.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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