Los primeros soldados de Sadam se entregan a las milicias kurdas
El Kurdistán autónomo rechaza el despliegue de tropas turcas en el norte de Irak
El territorio autónomo del norte de Irak era ayer un frente inactivo todavía, con una gran parte de su población civil refugiada en las montañas. A la espera de una intervención estadounidense en la zona, milicias kurdas y tropas regulares iraquíes se observaban mutuamente en los puestos de control que separan Erbil, la capital del Kurdistán, de Mosul y Kirkuk, principales ciudades de una región rica en petróleo. Tres soldados de Sadam acabaron por entregarse a las milicias kurdas antes de que la guerra llegara a la zona.
Los milicianos del fortín de Dola Bakra, la última posición que controlan las fuerzas kurdas a unos 40 kilómetros de Kirkuk, confirmaban ayer la rendición de los tres militares de Bagdad. Esos primeros soldados iraquíes se entregaron de madrugada a los peshmergas que defienden el frente kurdo, antes incluso de que hayan estallado los combates en este sector. "Se entregaron porque estaban muertos de hambre, y ahora están en Erbil para ser interrogados, pero en cuanto los norteamericanos empiecen a bombardear por aquí se van a rendir todos los iraquíes en masa", aseguraba un responsable de los peshmergas desde una colina que domina la llanura.
El paso de Dola Bakra quedó cerrado al tráfico en la tarde del miércoles, cuando, según testimonios de los milicianos, centenares de kurdos de la provincia de Kirkuk intentaban cruzar al territorio autónomo. "Los soldados iraquíes han estado disparando al aire hasta las cuatro o las cinco de la madrugada para ahuyentar a los civiles", relataban los defensores del último bastión del frente kurdo.
En el puente de Kalak, que enlaza Erbil con Mosul en la línea divisoria del río Bichuk, un afluente del Tigris, no se había registrado ayer ningún incidente, después del cierre del sector iraquí. Fuentes kurdas aseguraron sin embargo que el área de Cham-chamala, en el paso fronterizo de la carretera de Kirkuk a Suleimaniya, se había producido un intercambio de disparos de mortero. "No esperamos mucha resistencia", aseguraba un oficial de la milicia kurda mientras observaba los movimientos de fuerzas en la otra orilla del puente de Kalak. "Llevamos a Mosul y Kirkuk en el corazón y no tenemos órdenes para atacar, aunque en cualquier momento pueden llegar las fuerzas norteamericanas".
En Ankawa, un distrito con mayoría de población cristiana situado a las afueras de Erbil, se trabaja a toda prisa desde el pasado fin de semana para retirar toneladas de piedras y gravilla acumuladas tras una década de abandono en la pista de aterrizaje de una antigua base militar. La plataforma, de más de tres kilómetros de longitud y en relativo buen estado, puede servir para el despliegue de unidades de infantería aerotransportada. Si se cumplen los planes del Pentágono, los primeros bombardeos norteamericanos en el norte de Irak deben tener como objetivo la base aérea de Kirkuk y el Cuerpo Norte de la Guardia Republicana -unidades de élite del Ejército iraquí- con sede en Mosul. En caso contrario, no podrá producirse el rápido despliegue de las fuerzas especiales de Estados Unidos para tomar el control de los yacimientos de petróleo antes de que, como advierten los servicios de información kurdos, el régimen de Bagdad los dinamite. Todo apunta a que éste pueda ser el principal campo de batalla en el norte iraquí.
En una fase posterior, fuerzas aerotransportadas, previsiblemente de la 101ª División de Estados Unidos, deben ocupar posiciones estratégicas en el eje del río Tigris que abre las puertas de Bagdad. Helicópteros Apache y Blackhawk trasladarán a los soldados mientras que los Hércules C-130 tendrán que transportar hasta el teatro de operaciones blindados ligeros y artillería. Los milicianos kurdos han acondicionado durante los últimos días en el territorio autónomo al menos tres pistas de aterrizaje aptas para el uso de estos aviones de carga militares.
Complicaciones
Sin embargo, la estrategia de Estados Unidos para el norte de Irak puede complicarse, si, como ya han advertido los líderes kurdos, sus milicias se enfrentan a las tropas que Turquía pretende desplegar al otro lado de la frontera iraquí -con el pretexto de controlar el flujo de refugiados y proteger a la minoría turca del Kurdistán-, sin someterse al mando de EE UU.
Al tiempo que autorizaba el sobrevuelo de su territorio a las fuerzas estadounidenses con destino a Irak, el Parlamento de Ankara abría también la puerta ayer a un escenario de pesadilla para Washington: que turcos y kurdos, sus principales aliados en el norte iraquí, se enzarcen en una guerra de guerrillas en lugar de colaborar con ellos para lanzar la ofensiva contra el régimen de Sadam Husein.
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