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Reportaje:FALLAS 2003

Un fiel reflejo del cabreo vecinal

La plaza del Ángel acoge de verdad el tan hablado espíritu crítico de las fallas para denunciar un plan urbanístico en El Carme

Ferran Bono

La pequeña falla de la plaza del Ángel, en el barrio de El Carme de Valencia, está teniendo una repercusión insólita. Lo dicen los vecinos y los falleros de la centenaria comisión, ahora encuadrada en la sexta categoría. "Está viniendo más gente que nunca a verla", apunta un vecino. El motivo no es otro que la dura crítica que realiza la falla sobre el proyecto de la Consejería de Obras Públicas, a través de la oficina Riva, y del Ayuntamiento de Valencia, que pretende modificar el Plan Especial de Reforma Interior (Pepri) para hacer visible la muralla árabe. El número de viviendas ocupadas en el ámbito de actuación del plan es de 209. Habrá muchas expropiaciones y derribos. El proyecto, que cuenta con fondos europeos, se encuentra a la espera de las contestaciones a las 400 alegaciones presentadas.

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La falla es un reflejo muy fiel del estado de ánimo de los vecinos afectados, además de tener valores estéticos. "Pum, pum qui és? / El RIVA i la seua gent. / Tanca la muralla. Pum, pum qui és? / Els veïns del barri vell./ Obri la muralla". Es la particular letra de La cançó de la muralla que aparece inscrita en la falla. En ella, el Riva es el acrónimo que significa en tono interrogativa Realment Importen els Veïns del casc Antic. Hay referencias a las casas o establecimientos que se derribarán, como el popular bar Arandinos.

A su propietario, Manolo, parece que le va a hervir la sangre cuando habla del proyecto. "La falla representa lo que quieren hacer con nosotros: tirarnos y destrozar el barrio", dice mientras saca los planos del proyecto y explica que la muralla se puede restaurar y enseñar aprovechando los numerosos y abandonados solares municipales. ¿Y además, por qué no arreglan primero la plaza del Árbol, que lleva más de 10 años abierta en obras?, añade. En la barra del bar, Lázaro, que vive con su familia en la misma plaza, se pregunta quién será realmente el beneficiario del proyecto, al tiempo que se muestra encantado por el interés que despierta la falla.

"La falla debe hablar de los problemas del barrio", apunta el presidente de la comisión de la plaza del Ángel, Joaquín Pérez. El monumento fue encargado a los artistas y vecinos, Marisa Falcó y Paco Pellicer, que forman el taller Fet d'encàrrec, responsable este año también de la falla infantil de Na Jordana. En un principio idearon una falla que llevaría por nombre Que cau, en alusión al estado del barrio, explica el presidente de la comisión. Más tarde, cuando se dio a conocer el plan, los artistas fueron adaptando su trabajo, aumentando la crítica y la reivindicación.

No todos los falleros están de acuerdo con la idea. "Yo respeto la idea de que no pueden tirar a los vecinos, pero creo que los políticos y los artistas del barrio se han aprovechado de la falla", dice uno de los cuatro falleros que juegan una partida de cartas en la calle. En ella vuelven a reunirse todos los años gracias a las fiestas falleras. "Así tienen que ser las fallas, críticas", le responden dos compañeros, entre ellos el presidente de la comisión. La falla ha recibido seis premios, entre ellos, uno nuevo que concede el Bloc por su implicación en la ciudad, y el Premi Crítica del Barri, de la Junta de Ciutat Vella.

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El tan reivindicado contenido crítico que, al menos siempre se ha dicho, tenían las fallas en su origen revive en la plaza del Ángel. No se puede dudar de su imbricación social. Conforme sale a colación el tema de la falla, los corrillos de vecinos aumentan. Se corre la voz y va llegando gente.

La mayoría de viviendas en esa parte del barrio es del siglo XIX. El arquitecto Jorge Palacios vive en una de más de 200 años. Su casa ha servido de modelo también para la falla. José Luis March es artesano. Josep Montesinos, profesor universitario y presidente de la asociación de afectados, a la cuya directiva pertenecen los dos primeros. Junto a la falla, explican las contradicciones del proyecto. Montesinos rehabilitó su casa con ayudas del Riva a principios de los noventa, ahora el Riva proyecta tirar su casa. ¿ Por qué se actúa sobre una zona habitada, precisamente? ¿Por qué no se aprovechan los solares para rehabilitar la muralla y los torreones recayentes? ¿Por qué se proyectan tantas zonas de equipamientos, sin saber en qué consistirán? ¿Cómo se pueden garantizar realojamientos si aún no saben qué hacer con los afectados por la ampliación del IVAM? Preguntas que formulan los vecinos y que esta vez han tenido su correlato fallero.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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