Guti se crece ante la bronca
Una gran jugada del volante permite al Real Madrid ganar al Villarreal, que mereció más
Le faltaba temple al Real Madrid en los últimos metros, claridad de ideas, clase. Le faltaba Guti. Así lo advirtió su entrenador Vicente del Bosque, que metió al madrileño en el campo para disputar el último tramo, el decisivo. Y le salió de perillas. Entró Guti por Ronaldo y se despejó el panorama. Estaba fresco y clarividente a pesar de la tremenda bronca que le caía encima cada vez que tocaba la pelota: el público recordaba que les llamó paletos hace dos temporadas. Más que afectarle, el abucheo le estimuló. Se colocó de medio centro, levantó la cabeza y empezó a carburar. Primero le dio un pase de gol a Figo, que éste, muy espeso toda la noche, envió al lateral de la red. Después, ya en el minuto 89, vendría la jugada del partido. Dos regates muy secos al borde del área, dos jugadores rivales en el suelo y toda la superioridad numérica del Madrid alrededor de Reina. Abrió Guti a la derecha a Miñambres y el centro de éste lo podía haber rematado cualquier: fue Helguera, que se había sumado al ataque. El gol se produjo en un instante simbólico, justo cuando Floro había sustituido a Farinós por De Nigris antes del saque de un córner. No por nada. Simplemente porque Farinós había sido el alma de su equipo. El mejor de un Villarreal muy osado que tuteó hasta el final a su gigantesco adversario. Y que ayer no mereció la crueldad de la derrota.
VILLARREAL 0 - REAL MADRID 1
Villarreal: Reina; Josico, Quique Álvarez, Ballesteros, Galván; Medina; Guayre, Farinós (De Nigris, minuto 88), Jorge López, Víctor; y Palermo.
Real Madrid:
Casillas; Michel Salgado, Helguera, Pavón, Roberto Carlos; Figo (Miñambres, minuto 80), Flavio, Cambiasso (Portillo, minuto 80), Zidane; Raúl y Ronaldo (Guti, minuto. 65).
Gol: 0-1. M. 89. Gran jugada de Guti, que regatea a dos rivales, pasa a Miñambres y el centro de éste lo remata con la izquierda a gol Helguera.
Árbitro: Pérez Pérez. Amonestó a Salgado, Flavio, Helguera y Palermo.
Lleno en elo campo de El Madrigal: unos 23.000 espectadores.
Tampoco el Real Madrid mereció tanto premio. Con todas las figuras por debajo de sus posibilidades, como desgastadas del encuentro contra el Milán. Y sin que tampoco Flavio y Cambiasso le dieran el ritmo adecuado. Si acaso Zidane fue el único que mantuvo el tipo hasta que Guti acudiera a rescatarlos.
En medio de la pléyade de estrellas madridistas, surgió inesperadamente Farinós para parecerse al de sus mejores tiempos en el Valencia. Fue ese medio centro hiperactivo y lúcido con una presencia enorme: robaba y repartía con naturalidad y ejercía un extraño poder sobre el balón. Floro, su entrenador, le planteó a su ex equipo un duelo muy abierto, de intercambio de golpes, para alegría de los actores y los espectadores.
El Real Madrid tocó cómodo, comodísimo, pero sin capacidad de remate. La prueba es que Ronaldo estuvo inédito casi toda la tarde, sin que Ballesteros le marcara los tacos más que en una ocasión, que no es mucho. El Madrid desperdició su ventaja por las bandas, donde estaban ausentes por sanción los dos laterales titulares del Villarreal (Belletti y Arruabarrena). Especialmente flojo anduvo Figo, que se caía al suelo al tercer recorte, seguramente porque eligió unos tacos equivocados. El campo estaba mojado por la lluvia y de ahí nació un choque muy rápido, en ocasiones demasiado.
El Villarreal permitía al Madrid que se guardara el balón siempre y cuando no llegara a la línea de tres cuartos. Ahí se atrancaba el ataque madridista. Entonces el cuadro de Floro salía disparado, enseñando que podía hacer daño con cinco futbolistas de notable peso ofensivo: Jorge López, Farinós, Guayre, Víctor y Palermo. En concreto Guayre se emparentó con Roberto Carlos y convirtieron el carril en una pista de velocidad. El extremo canario les marcó a sus compañeros una docena de desmarques aprovechando las ausencias de Roberto Carlos.
Dirigido por el nervio de Farinós y el talento de Jorge López, el Villarreal pareció quemar todas sus naves en el arranque del segundo tiempo. El Madrid pasó un mal trago y Casillas, espléndido, salvó con el cuerpo dos remates a bocajarro de un Palermo más activo que de costumbre. El choque pareció enfriarse, sin que ninguno de los dos equipos se acercara suficientemente al gol. Así hasta que, de pronto, Del Bosque recuperó la mecha. Introdujo a Guti por Ronaldo y el Madrigal rugió contra el dorsal 14 madridista. Con Guti, Del Bosque quería tener pase de gol y lo tuvo. Bajo la lluvia de silbidos, el volante madrileño asumió por primera vez el mando. Sacó el compás y aprovechó la marcha de Farinós para ganarse el honor de hombre del partido.
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