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Reportaje:

Lista de espera para un muerto

Un paciente fallecido hace tres años recibe para 2004 la cita que pidió para el especialista en 1998

Miquel Noguer

Nunca estuvo desatendido, pero su caso ilustra claramente el grave problema de las listas de espera en la sanidad pública. Francisco M. J. tiene hora para una visita de reumatólogo en el hospital Vall d'Hebron, de Barcelona, el 8 de enero de 2004, a las 9,15. Pero no podrá acudir; murió hace ya más de tres años y ha sido su viuda quien ha recibido la citación. Y está muy indignada. "Mi marido ha estado en una lista de espera desde 1998 por una primera visita al reumatólogo, ¿cómo es posible?", se pregunta María Rosa.

Su enfado no es gratuito. Francisco murió a los 54 años tras una agonía de muchos meses. Hace más de 10 que le diagnosticaron una diabetes mellitus, enfermedad que con el tiempo derivó en insuficiencia renal, hipertensión y graves problemas circulatorios. Como consecuencia de todo ello quedó incapacitado para hablar, prácticamente ciego y tuvo que someterse a la amputación de un pie, primero, y de la pierna entera, poco después. En el periodo final de la enfermedad, los médicos del hospital de Can Ruti de Badalona le informaron de que la segunda pierna estaba muy deteriorada y podía correr la misma suerte.

El enfermo murió por las complicaciones que se derivaron de una diabetes mellitus

Absolutamente hundido, el paciente exigió un segundo diagnóstico, esta vez en el hospital Vall d'Hebron. Pero según su viuda, el proceso fue muy lento: "Nos dijeron que la lista de espera en este hospital era muy larga, por lo que intentamos entrar por la vía de urgencias, pero allí nos dijeron que no podían hacerse cargo de un caso tan complicado y nos aconsejaron que regresáramos a Can Ruti". Fueron los médicos de este hospital, según la familia, quienes tramitaron la solicitud de un nuevo diagnóstico a los especialistas de Vall d'Hebron.

Pero ya no hubo tiempo. Francisco murió poco después a causa de las múltiples complicaciones, pero el aviso para la visita del reumatólogo -uno de los especialistas que quería consultar en Vall d'Hebron- llegó esta semana. Se trata de la típica notificación de primera visita, en la que se cita a Francisco M. J. para el 8 de enero de 2004, exactamente cuatro años después de su muerte.

Consultada por este diario, la responsable de Atención al Usuario del hospital Vall d'Hebron afirmó ayer que se está investigando el caso para averiguar qué fallos o errores se han producido. Esta responsable niega que existan listas de espera de seis años en su hospital y apunta que es posible que la familia de Francisco haya recibido "por error" la citación dirigida a otra persona con el mismo nombre, ya que "sus apellidos son muy comunes". La responsable de atención al usuario afirma que en el hospital del Vall d'Hebron "la espera para un segundo diagnóstico no suele ser de más de una semana". Sin embargo, hasta la próxima semana el hospital no estará en disposición de aclarar qué motivos le llevaron a citar para una visita a una persona fallecida hace tres años y que, según su familia, había solicitado la consulta al menos uno antes de morir.

La hija del fallecido, Noemí, reconoce que su padre "nunca estuvo desatendido", aunque sí echa en falta más celeridad en obtener el segundo diagnóstico. "Mi padre era un enfermo crónico, su vida corría peligro ¿no debería tener cierta prioridad sobre el resto de personas en lista de espera?", se pregunta. La joven, residente en Badalona, no habría prestado mucha atención a la carta recibida esta semana si no fuera por los intentos del Departamento de Sanidad de la Generalitat en demostrar que las listas de espera se están reduciendo. "Cómo pueden decir que casi no hay listas de espera cuando ocurren cosas como estas? ¿Se creen que somos tontos?". Las últimas estadísticas del Servicio Catalán de la Salud indican que el tiempo medio de espera para una primera visita de reumatología en Barcelona es de 1,7 meses.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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