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Crítica:LA VUELTA A ESPAÑA DE MANUEL DE LOPE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El sentido de la realidad

La literatura de viajes, en su mejor momento, es una derivación de la autobiografía, pero con un acento menos preciso sobre el yo del autor, que comparte su protagonismo con la realidad externa y se construye mediante confrontación, afinidad o discrepancia con las ciudades y paisajes que visita. La degradación de este género son las guías de turismo, cuya prosa se nutre de adjetivos enfáticos y rebaja la admiración y el asombro a un vulgar mecanismo de resorte. De ahí la obligación de un buen libro de viajes; tiene que huir de esa simplificación turística, y proponer una mirada literaria, es decir, una mirada que no trae anticipado el juicio, sino que lo va produciendo mediante la reflexión que suscita la experiencia del viaje.

IBERIA. LA PUERTA ILUMINADA

Manuel de Lope

Debate. Madrid 2003

480 páginas. 22 euros

Más información
"He contado España con la mirada de un extranjero"

Manuel de Lope ha viajado por toda España, con el proyecto de conocer y reconocer de qué está formada hoy su materia. Ha viajado con la premeditación de escribir un libro sobre lo que le deparará el viaje, sin una previa actitud, sin envestirse de ninguna condición. Si acaso, únicamente con la condición de viajero, pero atenuada para no parecer un hombre ocioso, o un escritor que se distrae entre dos novelas. El resultado es un libro formidable, del que de momento sólo podemos apreciar la primera parte. Iberia. La puerta iluminada abarca nueve comunidades: Galicia, Asturias, Cantabria, La Rioja, Navarra, Castilla-La Mancha, Valencia, Murcia y Andalucía. El resto tendrá cabida en un segundo volumen, todavía sin fecha de publicación, que aparecerá con el bello subtítulo La imagen múltiple.

De pocos libros se puede decir que nacen con una vocación de pertinencia. Éste es uno de ellos. De las tierras de España aún tenemos una imagen anclada en una evocación que viene de muy atrás, transmitida por la generación del 98 y su búsqueda metafísica, retorcida después en la prosa retrógrada de Cela y conformada ideológicamente por los autores del realismo social. Estas visiones se superponen en la memoria y nos impiden hoy ver con claridad la verdadera fisonomía del paisaje y de las gentes de España. Padecemos, por ello, cierta conformidad, con su punto de estéril complacencia en un sentido de la realidad que damos por hecho, como si el tiempo estuviera parado. El viaje de Manuel de Lope por España y su registro escrito -con una prosa transparente, eficaz, decididamente versátil para las descripciones, que son el alma del libro- se propone como una nueva mirada, una puesta al día de la propiedad geográfica y comunitaria de España, y a la vez como un caleidoscopio en constante movimiento.

Manuel de Lope se cuida mucho de caer en generalidades y huye del tópico como de la lepra. No hay gallegismo en su aproximación a Galicia, como no hay lirismo mediterráneo en su visión de Valencia -tal vez las páginas más hermosas, escritas en estado de gracia-. Su mayor mérito ha sido comprobar, a pie de obra, la materia que suscita su escritura. "Nada viaja más misteriosamente que las palabras", dice a propósito del asturiano río Deva, nombre de una divinidad celta de las aguas, cuya palabra es de origen sánscrito. De igual modo su actitud de narrador, sin ser recelosa, es siempre muy prudente. Nada da por sabido, o en todo caso contrasta la información aprendida en la historia con lo que ahora ven los ojos. "La historia", escribe, "se aprende interrogando el paisaje". Sin embargo, se decanta más por la contemporaneidad -con referencias a la Guerra Civil, que atraviesan el texto, como también los burdeles de carretera, "uno de los signos de identidad de España"- que por la evocación de épocas legendarias, lo que produce un texto sumamente fresco, pese a que predominan las visitas a catedrales, castillos y palacios, con su sujeción temporal a los hechos históricos que hicieron posible esas construcciones.

Iberia. La puerta iluminada no es un libro exhaustivo. Ni está todo, ni todo podía estar. No obstante, ofrece una visión panorámica a la que cada lector se acercará para ampliar los detalles que mejor se acomoden a su gusto e interés. Respecto al espacio y atención dedicados a cada comunidad, el escritor no ha pretendido ser justo, sino equilibrado, sereno y sensato, cualidades no frecuentes en el género. Una última apreciación: Manuel de Lope ha evitado la ironía o el sarcasmo. Nadie podrá ofenderse si su tierra no tiene aquí el tratamiento que él hubiera deseado.

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