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Intelectuales ponen a Cajasur como ejemplo del trato preferente que el Gobierno da a la Iglesia

Filósofos e historiadores reivindican en unas jornadas la aconfesionalidad del Estado

Javier Arroyo

Los participantes en las primeras Jornadas Laicistas de Granada denunciaron ayer la falta de independencia del Estado respecto a la Iglesia católica. A su juicio, la aconfesionalidad del Estado es un objetivo aún lejano. Y pusieron ejemplos: las facilidades que ha dado el Gobierno a la cordobesa Cajasur para evitar el control de la Junta de Andalucía o la promulgación de una Ley de Asociaciones por el Gobierno el año pasado, en la que, a pesar de las inversiones fallidas de la Iglesia católica en el caso Gescartera, le permite no tener que rendir cuentas.

Los participantes en estas jornadas, que se celebran en Granada desde ayer y que se clausuran hoy, mostraron su unanimidad en una idea. La sociedad española actual se encuentra en una fase de claro deterioro en el ámbito de la libertad de conciencia. Además, explica Herminia Muñoz, una de las organizadoras de los debates, dos de los ámbitos más comprometidos afectan al ámbito de la educación y al de la inmigración, precisamente donde los afectados son personas de muy escaso poder.

En el campo de la educación, cuenta Manuel Navarro Lamolda, maestro y presidente de estas Jornadas, el Gobierno está claramente intentando con sus nuevas leyes "inyectar de espíritu religioso, sea o no confesional" en las aulas. La nueva asignatura que ha planteado hace escasos días el Ministerio de Educación busca que los jóvenes "adquieran valores de tipo religioso", lo cual, en última instancia, impide la libertad de conciencia. Unos de los asuntos especialmente tratados en estos debates es el de "los perjuicios para la sociedad" que conlleva la insistencia de los católicos en el adoctrinamiento de las personas desde su más tierna infancia en el ámbito de la escuela pública.

La inmigración también es otro de los ámbitos que más claramente resulta perjudicado de esta imbricación entre la Iglesia y el Estado. Según Herminia Muñoz, no se trata de que una mayoría de inmigrantes llegue a España con una religión apenas practicada en el país, sino de la existencia de unas estructuras de poder de todo tipo basadas en la supremacía de la Iglesia católica. Las instituciones deberían ser comunes y, sin embargo, esa falta de neutralidad las convierte en algo ajeno a estas personas que llegan de otros países.

Juan Francisco González Barón, presidente de la asociación Europa Laica, opina que la independencia entre el Estado y la Iglesia es, en la actualidad, un fenómeno unidireccional. "Efectivamente, el Estado no puede intervenir en nada de lo de la Iglesia, pero ésta, como vemos cada día, sí que interviene en asuntos que no pertenecen a su campo de actuación". Entre los empujones del mundo religioso en el ámbito civil, González Barón recuerda el intento de introducir en el proyecto de Constitución europea la idea de que los derechos fundamentales de la que gozan los individuos de la Unión Europea provienen de la "herencia religiosa". Finalmente, el movimiento laico francés, dice, consiguió cambiarla al menos por "herencia espiritual".

En general, quienes participan en las jornadas de debate, organizadas por el Colectivo Escuela y Granada Laica, consideran que su opción de laicidad los convierte en personas "con menos derechos que quienes profesan alguna religión, básicamente por la discriminación positiva con la que el Estado favorece a las religiones con las que mantiene algún tipo de convenio". "Se restringen de hecho las libertades de los que no tenemos religión", insiste González Barón. Sólo pueden pactar con el Estado las organizaciones religiosas, no las de tipo filosófico como la nuestra".

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Isidoro Moreno, catedrático de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, es más radical en su teoría. Para él la realidad social sigue girando sobre elementos sagrados. Puede que la religión haya perdido centralidad pero en su lugar ha aparecido el Estado y el mercado. "Las sociedades modernas europeas han sustituido el valor de la religión por otros valores laicos", dice Moreno, pero los han abrazado con la misma fuerza y sirven para lo mismo, para excluir a unos y mantener en el centro del poder a otros.

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