Djindjic deja un vacío de poder en Serbia
El Gobierno declara el estado de excepción y acusa a la mafia de la muerte del primer ministro
La noticia corrió ayer de boca a boca en Belgrado como un reguero de pólvora: han asesinado a Zoran Djindjic. El primer ministro serbio, de 51 años, a cargo del Ejecutivo desde el 25 de enero del 2000, cayó abatido a las 12.45 por dos balas calibre 12,7 milímetros, que lo alcanzaron en el pecho y que fueron disparadas por un francotirador desde un edificio cercano a la sede del Gobierno cuando Djindjic salía de su automóvil y se dirigía a presidir una reunión más del Ejecutivo. La reacción explosiva de los guardaespaldas de Djindjic fue infructuosa. El primer ministro perdió la consciencia y el pulso cardiaco en el auto que lo transportaba a un centro hospitalario, distante un kilómetro del Gobierno.
Tanto la mafia, a la cual Djindjic había declarado la guerra, como ex miembros de la fuerza policial y de varios grupos paramilitares tenían motivos muy claros para la liquidación de Djindjic, quien recientemente había impulsado a su Gobierno a adoptar una serie de medidas drásticas para la lucha contra el crimen organizado, como la habilitación de un fiscal especial con facultades similares a las que tiene el FBI en la lucha contra la mafia.
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