Una madre
Nosotras somos lo que soñaron nuestras madres. Hemos estudiado como ellas no pudieron, nos hemos casado pero no por ello renunciado a nuestra profesión, hemos tenido vocación pero no por ello hemos renunciado a tener hijos. Ellas soñaron con cosas poco románticas para quien las da por supuestas, soñaron con tener una cuenta propia en el banco (la habitación propia de Virginia Woolf), con tener dinero sin necesidad de sisar al marido, con decidir su destino, ser tomadas como adultas. De pronto, en la vejez, han descubierto una libertad tardía. Las puede uno ver en la calle, andando a paso ligero, en una lucha feroz contra el envejecimiento de esos huesos que aguantaron trabajos ingratos, repetitivos y no remunerados; las puede uno ver en los centros culturales, apuntándose a clases de arte, de historia, asistiendo a actos literarios, y en gimnasios, en las colas de los cines, del teatro. Han decidido no perderse una, ya que perdieron tanto. Las puede uno escuchar quejarse del marido jubilado (esa rémora), que se deprime, que no quiere viajar, que no tiene marcha. Qué hubiera sido de este país si esas mujeres bravas que tienen tanta voluntad de aprender hubieran desarrollado su vida plenamente. Es en ellas en quien pensé el día de la mujer trabajadora. Me irrita un poco ese consabido "compañeros y compañeras" que no se les cae de la boca a los políticos y que suena a falso halago. Ese tonito a veces paternalista y cachondón que adoptan en el mitin del día 8. Yo pensé en ellas. Lo esencial es entender que una mujer mayor que se dejó la vida trabajando, aunque fuera en la "retaguardia", se merece gratitud y respeto. Respeto y admiración me merece esa mujer de aspecto frágil y dignidad de acero que sobreponiéndose al dolor dijo: "No ha nacido todavía quien me escriba a mí lo que tengo que decir". Hay que ser muy perverso ¡y terriblemente machista! para no valorar el coraje del que es capaz una madre que defiende a su hijo asesinado. Este 8 de marzo fue el día de Pilar Ruiz, madre de Pagazaurtundua. Ésa sí que es una frase para llevar en pancarta el día de la mujer. La quiero tener presente, como ejemplo a seguir, cada vez que empiece a escribir un artículo.
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