Contra la cobardía moral
En respuesta al comunicado del rector Tugores de 7 de marzo que lleva por título: "Elogio de la superioridad moral":
Abandona, por fin, el rector Tugores, sólo después de que se haya pedido su dimisión, su mutismo para afirmar su superioridad moral frente a los que le reprochamos su conducta al prohibir, tras las agresiones a Fernando Savater, la intervención -que él mismo había autorizado previamente- en la UB de la profesora de la UPV, Gotzone Mora.
¿En qué consiste esa "superioridad moral" que se arroga el rector Tugores a quienes le exigimos que desde su cargo garantice, por encima de todo, la libertad de todos los universitarios?
¿Consiste acaso en no haber condenado todavía las agresiones que, en su presencia, sufrió Fernando Savater a manos de grupos que reiteradamente usan la violencia para reducir al silencio a los que defienden la libertad?
¿Consiste acaso en asegurar la impunidad y la subvención de esos grupos?
¿Consiste en tratar de equiparar a víctimas y verdugos acusándoles de mimetizar su pensamiento, mientras silencia a los primeros y secunda los deseos de los otros?
No ya la superioridad moral sino la dignidad, la dignidad del cargo para el que fue elegido se consigue arriesgándolo para asegurar la libertad en la universidad que preside de aquellos que son silenciados por los violentos, no prohibiendo su intervención.
El rector Tugores, proclamando su superioridad moral sobre aquellos a los que con su explícita prohibición impide el ejercicio de la libertad, no hace sino reafirmar su complicidad con los que en la Universidad de Barcelona son los enemigos objetivos de la libertad, obrando a su dictado y prohibiendo la palabra de los que son víctima de su violencia.
¿Cómo es posible que el máximo representante de la sede de la creación y trasmisión del conocimiento invoque la racionalidad, el diálogo constructivo para justificar una conducta, la suya, tan cobarde: tapar la boca de las víctimas, silenciar a quienes, estos sí, de verdad, arriesgan su vida por la libertad?
Les acusa, nos acusa incluso de complicidad con los verdugos por mimetizar su pensamiento (?), binario, maniqueo. Tiene razón en esto último: cuando los profesores universitarios son asesinados, amenazados, silenciados por defender la libertad sólo hay una alternativa, la alternativa que imponen con la pistola los asesinos: o estás con nosotros, los verdugos, o te conviertes en víctima. O se está con los verdugos o con las víctimas, no hay espacio entre las víctimas y los verdugos. No hay espacio entre las pistolas y las víctimas.
El rector Tugores no sólo silencia a las víctimas, ahora quiere arrebatarles, también, su infinita, su sublime superioridad moral sobre personas que como él por cobardía se identifican con el agresor. Su superioridad intelectual, se la concedemos de antemano, sobre los que pensamos tan binariamente, no alcanza a tapar su abyecta cobardía moral.
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