"A Husein hay que aplicarle la 'perestroika", dice Yavlinski
"Contra Sadam Husein hay que poner en marcha fórmulas aplicables a todos los regímenes totalitarios, como Corea del Norte, por ejemplo. Hay que poner en marcha una perestroika en la que los dictadores se partan el cuello", en opinión de Grigori Yavlinski, presidente del partido liberal ruso Yábloko.
En una conversación con EL PAÍS, el político ruso cree que las "técnicas de la guerra fría", que Occidente desarrolló contra la URSS, se adecúan al caso de Irak, un país laico "que se rige más por la lógica del sistema soviético que por el islam". "Europa y EE UU deberían ejercer presión militar sobre Husein, enviar tropas y ponerlas en estado de alerta, pero no comenzar la guerra. Además, deberían exigir la democratización del régimen", señala. "El sistema de Husein corresponde a un régimen soviético de mediados de los setenta y puede ser desintegrado".
Recuperar la unidad de Occidente es tan importante hoy, según Yavlinski, que resulta justificado sacrificar la "rapidez de acción". "De momento, Husein cosecha tres victorias: la escisión de Europa, la de la OTAN y la de Europa-Estados Unidos".
Los líderes europeos no plantean las preguntas correctas y se contentan con asegurar que los inspectores no encuentran las armas prueba del delito. "La cuestión es dónde las ha metido Sadam", dice Yavlinski, refiriéndose "a los arsenales químicos que la URSS contribuyó a crear en los setenta y los ochenta".
Calmar los ánimos
Yavlinski cree que Rusia no está aprovechando su oportunidad de contribuir a cerrar la fisura entre la UE y EE UU. La política del Kremlin le hace pensar en un esquiador, cuyos esquís van en direcciones distintas, por no querer definir su propia trayectoria. "Rusia debería calmar los ánimos de los norteamericanos y simultáneamente convencer a los europeos de que Husein tiene que dar cuenta de las armas", dice. "Pero Rusia quiere estar con todos y se las arregla para mantener intacta toda la baraja". El Kremlin, señala, debería repetir la maniobra de 1999, cuando "el presidente Borís Yeltsin salvó a la OTAN del desastre en Kosovo". "En la primavera de 1999, cuando quedó claro que la operación aérea contra Yugoslavia no daba resultado, EE UU y sus aliados buscaron la ayuda de Yeltsin para evitar una operación terrestre que hubiera causado muchas víctimas. Yeltsin estuvo de acuerdo y mandó al ex jefe de Gobierno Víktor Chernomirdin a Belgrado con un mensaje para Slobodan Milosevic, a saber, que Moscú no iba a apoyarle. Después de eso, Milosevic sacó las tropas de Kosovo y la OTAN se ahorró la operación".
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