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SACUDIDA EN EL SECTOR ENERGÉTICO

Ingredientes para una batalla

Miguel Ángel Noceda

Hacía tiempo que no se producía en España una operación mercantil que tuviera todos los componentes (el empresarial, el financiero y el político) e ingredientes necesarios (sorpresa y estrategia) para entablar una batalla en toda regla. Y la lanzada ayer desde los cuarteles barceloneses de Gas Natural (GN) sobre las posesiones de la firma vasca Iberdrola los tiene de sobra. Desde la crispación que ha generado entre las empresas e, incluso, entre los accionistas de GN, hasta las implicaciones políticas y sus inevitables derivaciones nacionalistas.

La pelea estalló a primera hora de la mañana, cuando fueron suspendidas las cotizaciones de las dos sociedades. Con la plana mayor de Iberdrola dispersa (el presidente en San Millán de la Cogolla y el consejero delegado en Barajas a punto de emprender un road show internacional de explicación de resultados), los estrategas de la firma gasista lamieron el éxito del factor sorpresa. Lo que no se entiende del todo bien es que no llegaran a los oídos de aquéllos durante la tarde del domingo las intenciones de GN cuando ya lo sabían los máximos responsables del BBVA, importante accionista de la eléctrica, de Repsol e, incluso, miembros del Gobierno.

Aunque en Repsol sostienen que no conocieron la existencia de la oferta hasta ese momento, fuentes que han intervenido en la operación afirman que conocían la determinación de su filial desde hace meses. De hecho, Repsol reconoce que la rechaza, entre otros aspectos, por no haberse consensuado y porque considera que el ambiente prebélico no es el "idóneo". Es ésa, seguramente, una de las claves que puede explicar que el principal accionista de GN junto a La Caixa haya sido ninguneado y que un hombre venido de sus filas (el consejero delegado, José Luis López de Silanes) haya sido lo que en términos políticos se conoce por "tránsfuga" al apoyar la OPA. ¿O es que acaso temía GN que una firma extranjera la lanzara antes para no esperar más tiempo?

La operación es, también, la historia de un desencuentro. El de Alfonso Cortina, presidente de Repsol, y Antoni Brufau, su homólogo de GN y director general de La Caixa (o el del grupo petrolero y la caja de ahorros, uno de sus accionistas de referencia, si se quiere). Los dos cabalgaron juntos cuando en 2000 prepararon una OPA sobre Iberdrola que esta compañía contestó inmediatamente con el intento de fusión (luego frustrada) con Endesa. Cortina y Brufau buscaron (entonces sí) el apoyo del Gobierno a través del vicepresidente Rodrigo Rato. Pero fracasaron. La amargura quedó un tanto aliviada al malograrse la fusión. Las puertas para la venganza quedaron abiertas.

Para Repsol, la eléctrica sigue siendo una pera en dulce. Pero aquella buena sintonía ya no es la misma. Quizá el alejamiento se produjo al reducir Repsol su participación en GN del 45% al 24% el año pasado y creció cuando La Caixa interpretó que la excepción recogida en la ley de OPA, según la que una empresa pueda tomar el control de otra por razones estratégicas sin lanzar oferta pública, estaba hecha a la medida para que Repsol controlase GN. Incógnitas.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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