Enseñanza individualizada y preparación previa
Los niños entran en España a su primer curso educativo si cumplen la edad reglamentaria en ese año natural, con independencia del mes en que empiece el curso. De esta forma, irán a la escuela a los seis años obligatoriamente el mes de septiembre, aunque cumplan esa edad en octubre, noviembre o diciembre. Y lo mismo pasa con aquellos que cumplieron los años en enero de ese año.
De ahí que puedan hallarse diferencias de hasta un año entre unos y otros en un mismo curso. Ahora bien, ¿son insalvables esas diferencias? Puede que no. "A esa edad, que representa el 20% de su corta vida, las diferencias se notan, sí, pero se recuperan rápido y con facilidad siempre que no haya algún otro factor que añadir al desfase de meses", explica Mario Martín Bris, experto en didáctica y organización escolar de la Universidad de Alcalá de Henares.
Entre esos factores destaca especialmente la maduración que hayan adquirido en los niveles educativos anteriores, es decir, en la educación infantil, que es voluntaria. Ésta dura en la actualidad de los cero a los seis años, pero con la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) se dividirá a partir del próximo curso en infantil (de tres a seis años) y preescolar (de cero a tres años), y ésta última tendrá básicamente carácter asistencial.
"Si han tenido una buena escolarización, que haya sido educativa y no asistencial, de los tres a los seis años e incluso de cero a tres años, no pasa nada porque haya escalones de edad. Pero lo que ocurre es que muchos niños están recibiendo de los tres a los seis años una atención puramente asistencial, no educativa", lamenta Martín Bris. Los maestros detectan "rápidamente" si el niño que entra en primaria ha tenido una buena o mala escolarización previa.
El niño, a veces, cuando llega a primaria sufre un gran choque porque los métodos formativos cambian, bien porque recibió una excelente formación en la etapa infantil que nada tiene que ver con la forma de trabajar de primaria o al revés. "Entra en crisis, se descoloca y llora como si fuera nuevo", explica Martín Bris. Pero cuando las estadísticas, como en el caso francés, hablan de retraso o peores resultados en aquellos niños que tienen algunos meses menos que sus compañeros de clase, Martín Bris dice que hay que buscar las razones en otros factores externos. O en una inadecuada atención a la diversidad que eso constituye. "La individualización de la enseñanza es fundamental para sortear estos desfases, porque con un año de diferencia es posible que el niño se duerma antes, por ejemplo, pero eso se corrige con una atención personalizada".
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