Ellas también piensan
Después de casi un sigo de recordar y celebrar que las mujeres trabajan, lo que habitualmente da lugar a comentarios irónicos tipo "a ver cuándo celebramos el día del hombre trabajador"; sigue siendo necesario refrescar una memoria que tiene una pertinaz tendencia al olvido.
Trabajan, sí, y en estos tiempos en los que el conocimiento adquiere tal protagonismo que nombra a la sociedad, nos parece conveniente decir "también piensan" y pensaron!!, aunque, tanto los registros de las aportaciones a la historia de la ciencia y del pensamiento, como las quejas expresadas por la negación de las capacidades sean sistemáticamente olvidadas.
Es pertinente decir en estos primeros marzos del tercer milenio que, desde que el proceso de alfabetización en nuestras culturas dio sus primeros pasos las mujeres dijeron "yo también pienso", resistiéndose perplejas a ser situadas en una especie de limbo. Pero si resistente ha sido el núcleo que pretendió excluir a las mujeres del pensar, no lo ha conseguido y la pregunta que hace más de 300 años se hacia A.M Schurmann "la inteligencia no tiene sexo y ninguna ley divina prohíbe a las mujeres desarrollar la suya, pues si la ciencia debiera estarnos prohibida, ¿por qué habría puesto la naturaleza en nosotras el deseo ardiente de saber?", ha sido contestada y en un continúo silencioso las mujeres han seguido pensando, de forma que en nuestros entornos mas del 50% de los nuevos licenciados son mujeres, por lo que esa supuesta sociedad del conocimiento lo es contando con las mujeres o es un espejismo.
Tener esto claro sería de gran utilidad para todos, porque a veces la inflación retórica que acompaña a lo "políticamente correcto" aunque resulte estética, no sólo no es ética, sino que también es un error que puede tener graves consecuencias.
Ya no son tiempos en los que la compañera del laboratorio es muy útil porque mantiene en perfecto estado los utensilios; ignorando que fue ella quien anoche descubrió esa nueva estrella; ni de recurrir a argucias misóginas para no reconocer que sin ella no existirá esa representación que todos conocemos como la "hélice del ADN". Ella, que también piensa, escucha, interpreta, procesa y cada día más actúa; por mucho que la industria de la representación la sitúe resistentemente en ese lugar en el que la naturaleza se transvierte en virtual.
Mirar, escuchar, compartir y pactar con las mujeres es imprescindible para que términos como sostenible, solidaridad, equidad... y sobre todo paz, se proyecten desde las abstracciones a las prácticas en la realidad.
Charo Álvarez es directora de la revista DISE de la Universitat de València.
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