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Reportaje:

Aznar sale al contraataque

El jefe del Gobierno ha ido endureciendo su discurso contra el PSOE en los debates sobre Irak

Los tres debates que el Pleno del Congreso ha celebrado desde el 5 de febrero sobre la crisis de Irak tienen varios mensajes fijos y una tendencia que parece insalvable.

Los mensajes fijos del presidente del Gobierno, José María Aznar, son que la lucha contra el terrorismo es la "convicción" que justifica la presión sobre Irak, que sólo Sadam Husein tiene "la llave" para evitar la guerra cumpliendo su obligación de desarme, y que España "trabaja" para pactar una segunda resolución de las Naciones Unidas antes de iniciar el ataque.

Los mensajes fijos del líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, son que un "ataque militar" para lograr el desarme es "desproporcionado e injusto", que España debe "oponerse en el Consejo de Seguridad de la ONU a la guerra" y que el Gobierno debe escuchar a la ciudadanía, que se opone a una intervención armada.

Zapatero ha insistido en que España debe oponerse a la guerra en el Consejo de Seguridad

La tendencia insalvable se refleja en la creciente tensión en la disputa dialéctica entre Aznar y Zapatero. En el primer debate, el 5 de febrero, ambos acababan de mantener una entrevista en La Moncloa a iniciativa de Aznar. En ella, el presidente del Gobierno pidió al líder socialista "repetir el consenso" mantenido en 1991, en la primera guerra del Golfo, entre el Ejecutivo, socialista, y la oposición, del PP. Zapatero, según el relato de Aznar, le dijo "tres veces no".

En el primer debate no hubo lugar al enfrentamiento cuerpo a cuerpo porque se desarrolló sin derecho a réplica por parte de la oposición. Coincidió, en día y hora, con la presentación por parte de Colin Powell, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de las "pruebas" de Estados Unidos para demostrar que el régimen de Sadam Husein incumple las exigencias de desarme impuestas por la ONU y recogidas en la resolución 1.441, que advierte que tal conducta tendrá "graves consecuencias". Con ese telón de fondo, Aznar afirmó que la lucha contra el terrorismo es el "principal objetivo" no sólo de la política interna de España sino también de "la política exterior española". Pero ya entonces, subrayó que el Gobierno trabajaba "para que el Consejo de Seguridad apruebe otra resolución más", es decir, evitó respaldar un ataque unilateral apoyado en la 1.441 para apostar por la búsqueda del consenso en la ONU.

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El segundo debate subió muchos grados la tensión entre el jefe del Ejecutivo y el líder socialista. Se produjo sólo tres días después de que tres millones de manifestantes inundaran las calles de las ciudades de todo el mundo con un grito unánime en contra de la guerra.

El Gobierno puso encima de la mesa, ese 18 de febrero, una propuesta de resolución que debía debatirse y votarse. Se trataba, precisamente, de la resolución pactada la noche anterior entre los Quince en la cumbre extraordinaria convocada en Bruselas para restañar las crecientes heridas en la visión europea de la crisis.

Aznar ideó el golpe de efecto en el vuelo de vuelta a Madrid desde Bruselas. El Grupo Popular lo conoció a media mañana y lo planteó a mediodía ante la oposición en la Junta de Portavoces. Aquella resolución pactada por los Quince y trasladada al Congreso contenía afirmaciones para todos los gustos. Decía que "la guerra no es inevitable", pero que "corresponde al régimen iraquí acabar con esta crisis accediendo a las peticiones del Consejo de Seguridad". Decía que "la fuerza debería usarse sólo en última instancia", pero que "el régimen iraquí será el único responsable de las consecuencias si sigue desacatando a la comunidad internacional y no acepta esta última oportunidad". La votaron sólo el PP y CiU.

El enfrentamiento entre Aznar y Zapatero tuvo aquel día a los manifestantes y el consenso europeo como armas arrojadizas. El presidente interpretó que los manifestantes "son muchas personas que no van a dejar que su negativa a la guerra sirva para decir un 'sí' a Sadam". El líder socialista, en cambio, reclamó una "rectificación" para lograr "el consenso con la oposición".

El tercer debate, anteayer, dejó meridianamente claro que las posibilidades de consenso entre el Gobierno y el PSOE no sólo son nulas sobre Irak sino que peligran, al menos en las formas, en el gran acuerdo sobre el terrorismo de ETA. Aznar reprochó a Zapatero que no haya exigido al líder del PSC, Pasqual Maragall, una rectificación por dar crédito a las denuncias de tortura formuladas por el director del diario Egunkaria. Zapatero, mientras, espetó a Aznar una variante del célebre "váyase, señor González". Le dijo: "Usted ha anunciado que se va pronto. Si es así, déjenos como estábamos, déjenos en paz, señor Aznar".

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