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AMENAZA DE GUERRA | Las víctimas de Sadam

El régimen de Sadam prosigue la 'limpieza étnica' contra los kurdos de Irak

Más de 15.000 personas han sido desplazadas por la fuerza por Sadam entre 1995 y 2002

Juan Carlos Sanz

Doce años después del fin de la guerra del Golfo, el régimen iraquí prosigue el proceso de arabización a ultranza de la zona petrolífera de Kirkuk, un histórico enclave kurdo situado a unos 200 kilómetros al norte de Bagdad. La limpieza étnica se produce de forma paulatina en las tres últimas décadas. Hace apenas cuatro meses, cuando el Consejo de Seguridad volvía a exigir el desarme completo de Irak, dos familias kurdas fueron deportadas hasta el Kurdistán autónomo que escapa al control de Sadam Husein, según relatos recogidos ayer en Takiya, un campamento de un centenar de tiendas de campaña levantado por la ONU a mitad de camino entre Kirkuk y Suleimaniya.

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Casi al mismo tiempo en que se aprobaba en Nueva York el pasado noviembre la resolución 1.441 del Consejo de Seguridad, la familia de Talib Hama Sayd, de 57 años, abandonaba Kirkuk por la fuerza después de sufrir un calvario de cárcel y palizas a manos de la policía iraquí. Como todos los recién llegados, el albañil Talib vive en el límite del campamento de Takiya, el área más castigada por el viento y la lluvia, en una tienda de campaña plantada por Naciones Unidas que comparte con su mujer y sus cuatro hijos. "Todo empezó cuando mi hijo mayor, Sherza, de 23 años, quiso visitar a unos familiares en el Kurdistán libre mientras cumplía el servicio militar. Le costó un año de cárcel", explica Talib. "La vida de los kurdos en Kirkuk es un verdadero suplicio". Su hijo relata las palizas que le propinaron después, mientras el padre recuerda las presiones que sufrió para que renunciara a "la identidad cultural kurda" si no quería ser expulsado.

En Suleimaniya, la capital del sur de la región kurda, los responsables del autogobierno aseguran que, desde que se instaló en el poder en 1970, el régimen de Sadam ha desplazado por la fuerza de sus casas a más de 800.000 personas y ha arrasado unos 5.000 pueblos y aldeas de esa comunidad. El ministro de Industria y Energía kurdo, Yalal Jawahar, de 40 años, era un niño cuando tuvo que dejar su aldea cerca de Kirkuk en medio de un ataque de tropas del régimen de Bagdad en el que perecieron siete personas.

"Nunca olvidaré cómo murió mi tío. Nos quitaron todo: las casa, los campos, el ganado, para entregárselo a familias de origen árabe", recuerda Jawahar, líder político de los kurdos expulsados de Kirkuk. Según estadísticas oficiales iraquíes, en 1957 esa región contaba con un 48% de kurdos, frente a un 28% de árabes y un 24% de habitantes de origen turco y otras minorías. Veinte años después, los kurdos representaban sólo el 38%, frente al 45% de árabes y el 17% del resto de minorías. "Es muy difícil conocer la proporción actual, pero las expulsiones de kurdos prosiguen día tras día", apunta el ministro Jawahar. Sus colaboradores tienen registrados más de 15.000 casos entre 1995 y 2002.

"Recuperar lo nuestro"

Uno de los más recientes es el de Hamid Husain Raza, un tendero de 71 años que tuvo que dejar el pasado octubre la población de Shoriga, también en la provincia de Kirkuk, junto con 12 miembros de su familia. "Cinco veces estuve en la cárcel por mantener mi identidad kurda. Ahora ya no me queda nada. Me confiscaron todas mis propiedades", se lamenta el desplazado kurdo mientras invita a tomar té en su tienda de campaña, sobre la alfombra en la que duerme su familia después de haber apartado unos pocos cacharros de cocina. "Sólo queremos volver, recuperar lo que es nuestro", suplica Hamid.

Mientras los kurdos expulsados de Kirkuk sueñan con regresar a casa en un Irak sin Sadam, la ONU se prepara ya para lo peor: el éxodo de más de 600.000 refugiados iraquíes en caso de guerra. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se dispone a levantar campamentos en zonas fronterizas con Irán y Turquía en cuanto se registren movimientos masivos de población civil. En el peor de los escenarios, las agencias internacionales prevén también hasta dos millones de desplazados internos por un conflicto armado en Irak.

Vigilada por peshmergas (milicianos) de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) fuertemente armados, la carretera que lleva a Suleimaniya está salpicada de asentamientos de familias que fueron expulsadas por Sadam por negarse a dejar de ser kurdas. Las columnas de humo negro que se elevan a lo lejos, en los campos petrolíferos de Kirkuk, son el único faro al que confían su regreso.

Ayer, cuatro militantes islámicos murieron en un enfrentamiento con milicianos del UPK en las afueras de Suleimaniya. Según el UPK, formaban parte de Ansar al Islam, grupo al que EE UU vincula con Al Qaeda, pero, según la agencia oficial iraní, IRNA, eran de la organización kurdo-iraquí Yama Islamiya.

Miles de kurdos iraquíes se manifiestan contra la intervención de Turquía en un posible conflicto con Irak.
Miles de kurdos iraquíes se manifiestan contra la intervención de Turquía en un posible conflicto con Irak.AP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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