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Reportaje:EXCURSIONES | SENDA DE SEGÓBRIGA

La ciudad eterna del Cigüela

Las ruinas de la mayor urbe romana de la meseta sur invitan a pasear por la hoy solitaria Mancha conquense

Un teatro capaz para 2.000 personas, un estadio para 5.500, dos gimnasios con sauna, una plaza mayor alicatada como si fuera el Banco de España... Éstas son cosas que hoy difícilmente se hallarán en ninguna población del entorno de Madrid. Y no digamos ya en la vecina Cuenca, donde sólo dos -la capital y Tarancón- tendrían público suficiente para completar tamaños aforos; cualquier otra debería reclutar más extras que el casting de Ben-Hur.

Todo eso había en Segóbriga, a tres kilómetros de la actual aldea de Saelices, sobre un cerro abrazado por el Cigüela, en medio del campo sin límites, y hoy sin gente, de La Mancha conquense. Segóbriga, que ahora yace arruinada en mitad de ninguna parte, fue, según Plinio, "cabeza de la Celtiberia", y según los arqueólogos, la ciudad romana más boyante de la meseta meridional. Surgida al arrimo de un importante cruce de caminos -calzadas Toledo-Sigüenza y Cartagena-Alcalá-, su estrella no declinó con la de Roma, antes aumentó su población y llegó a ser sede episcopal en época visigoda. Fue la invasión árabe, con el lógico auge de plazas más fuertes y guerreras, la que marcó el principio del fin de esta pacífica urbe donde, a juzgar por los restos, debía de ser muy divertido vivir. Más que ahora en Saelices, donde no hay ni un cine, desde luego.

El parque arqueológico exhibe cerámica, monedas, esculturas y bustos de emperadores

Que en Segóbriga no se vivía mal lo prueba la lápida de un ciudadano que llegó a los 85 años y que puede verse en el Centro de Interpretación del Parque Arqueológico de Segóbriga.

También veremos bustos de emperadores, esculturas togadas y objetos más manejables como monedas acuñadas en la ceca local, vasijas de vidrio, finas cerámicas, cubiertos e incluso instrumentos quirúrgicos, señal de que se cuidaban. Y ya fuera, a espaldas del centro, un panel informa sobre la senda de la ciudad romana de Segóbriga, la cual vamos a seguir hoy remontando el valle del río Cigüela a lo largo de siete kilómetros.

Guiarán nuestros primeros pasos los restos de la necrópolis y la basílica visigoda. Luego, el teatro y el anfiteatro, que fueron construidos en el siglo I d. C. aprovechando la roca y el declive del terreno. Más arriba, la muralla, de 1.300 metros de longitud; la basílica o tribunal de justicia; la curia o ayuntamiento; el templo donde se veneraba a los emperadores deificados y el foro enlosado con todo lujo gracias a la largueza de un tal Proculus Spantamicus.

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Así, hasta llegar a la cima del cerro y de la buena vida: las termas monumentales, con su amplia palestra, su sauna y sus piscinas climatizadas.

Junto a las termas se erige una ermita, por detrás de la cual bajaremos atrochando por la pina umbría del cerro en dirección a una blanca casa de labor. Tras franquear el cierre metálico que delimita el yacimiento, rebasaremos dicha casa y cruzaremos el Cigüela por un puente de piedra, doblando enseguida a la izquierda para avanzar río arriba por un camino herboso que corre entre los sembrados y el encinar de la ladera. Jalonan esta senda señales de pintura blanca y amarilla y paneles didácticos. El primero versa sobre el bosque mediterráneo, que aquí se presenta virginal, ideal para alzar un templo en honor de Diana cazadora, como en su día lo hubo.

Como a una hora del inicio, saldremos a la carretera de Almonacid y cruzaremos con ella el Cigüela para continuar aguas arriba por una buena pista de tierra. En este tramo, el más espectacular, el río nos acompañará por el fondo de un precioso cañón de roca caliza, culebreando entre viejos molinos y choperas, hasta llegar al letrero de final de senda, al pie de la ruinosa fortaleza del Castillejo. En total, dos horas.

La vuelta podremos hacerla por donde vinimos o, mejor aún, siguiendo la pista que aparece aquí señalizada con un letrero hacia Saelices y luego un corto trecho de carretera hasta el yacimiento arqueológico. En cualquier caso, son otros siete kilómetros y otras dos horas. Todos los caminos llevan a Segóbriga, como a Roma.

Muy cerca de la autovía N-III

- Dónde. Las ruinas de Segóbriga (Cuenca) se hallan a 106 kilómetros de Madrid y tienen cómodo acceso yendo por la carretera de Valencia (N-III) hasta Saelices, pueblo del que distan tres kilómetros.

- Cuándo . Invierno, primavera temprana y finales de otoño son las mejores épocas para hacer esta ruta de 14 kilómetros y cuatro horas de duración -sin incluir la visita a las ruinas, que puede llevarnos alrededor de una hora-, con un desnivel acumulado de 120 metros y una dificultad baja.

En días de lluvia, se aconseja realizar esta excursión calzados con botas de montaña, pues el terreno se embarra bastante.

- Quién. El personal del Centro de Interpretación del Parque Arqueológico de Segóbriga (teléfono 679 0904 44) nos ayudará a resolver cualquier duda sobre esta ruta. El horario de visita al centro y al yacimiento, en invierno, es de 10.00 a 18.00.

El recinto permanece cerrado los lunes, excepto festivos. La entrada cuesta dos euros.

- Y qué más. Aunque el camino está bien señalizado con paneles, letreros y trazos de pintura blanca y amarilla, para evitar cualquier incertidumbre resultará útil utilizar el mapa 22-25 (Palomares del Campo) del Servicio Geográfico del Ejército, o la hoja equivalente (633) del Instituto Geográfico Nacional, ambos a escala 1:50.000.

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