Las suspicacias de La Ribera
Los regantes tradicionales del Júcar temen que el Plan Hidrológico Nacional se quede sólo en el trasvase al Vinalopó
El monolito inaugurado por el presidente del Gobierno, José María Aznar, el pasado noviembre en Cortes de Pallás por el inicio de las obras del trasvase Júcar-Vinalopó ha creado tantas expectativas en las tres comarcas del Vinalopó como inquietudes en las riberas del Júcar. Tantas, que la tensión de esos sentimientos contrapuestos está en la raíz del eslogan blanco
Agua para todos de la concentración convocada por AVA, que pretende agrupar en el cántaro generalista a dos polos que reproducen a escala distinta la misma rigidez que viven los vecinos del Delta del Ebro y los de la cuenca del Segura.
Las prevenciones expresadas ayer por el secretario de la Unió de Llauradors i Ramaders de La Ribera se unen al coro de desconfianza generalizada de una comarca que en octubre ya había movilizado a diversos alcaldes y cargos públicos en Alzira contra el trasvase bajo dos argumentos sustanciales: la inexistencia de excedentes trasvasables y la "desquiciada demanda hídrica de la costa alicantina", que desde el punto de vista de la Coordinadora Riu Xúquer debería adaptar su producción agrícola a sus posibilidades hídricas. Además, entre ellos cunde la sensación de que, solapado con la grandilocuencia del PHN, éste va a ser el único trasvase que se va a realizar sin que nunca llegue el agua del Ebro.
La explicación política de este trasvase se fundamenta en el caudal sobrante del Júcar (58,6 hectómetros cúbicos anuales), aunque desde la riada de 1982, en la que acabó cediendo la presa de Tous, los recursos no han cubierto las demandas de los regantes de estas comarcas. De la Acequia Real se riegan unas 20.000 hectáreas, entre cítricos y arrozales, y se abastece a 21 poblaciones, además de garantizar la vida del parque natural de L'Albufera. Esta vinculación secular de La Ribera con el Júcar y la dependencia de su riqueza del agua aumenta los recelos en todas todos los ámbitos.
El presidente de la Junta Local de Riego de Alzira, Antonio Costa, no tiene problema con que se haga este trasvase, aunque siempre que se respete la dotación para cubrir los riegos históricos (392 hectómetros cúbicos anuales). A los regantes de las 22.000 hanegadas de Alzira, en boca de Costa, "no les hace ninguna gracia que les quiten agua" si no se cumple lo pactado, junto a la modernización de la Acequia Real para poder regar por goteo. Sin embargo, el presidente de la Comunidad de Regantes de Sueca, José Pascual Fortea, ha tenido que expresar esta semana su preocupación al presidente de la Generalitat, José Luis Olivas, porque estas obras de modernización están paradas. Fortea, que no quiere agua del Ebro para los arrozales, también supedita el trasvase a que se respeten los 725 hectómetros cúbicos de que disponen los regantes del Júcar, aunque advierte que ha habido varios años que sólo han contado con 500.
La modernización de la Acequia Real pretende optimizar los recursos del Júcar en más de 100 hectómetros cúbicos anuales. Así se prevé en el convenio firmado entre el Ministerio de Medio Ambiente y la Unidad Sindical de Usuarios del Júcar, en virtud del cual los propietarios del embalse de Alarcón ceden su gestión al Estado durante 60 años. Pero esta contrapartida ha abierto la vía de utilización de las aguas de la cuenca a los nuevos usuarios reconocidos en el PHN: el abastecimiento de la ciudad de Albacete y su área de influencia, los regadíos de la Mancha Occidental, la reserva para el abastecimiento y los regadíos de interés social de Cuenca y la dotación de nuevos regadíos en las zonas de El Picazo, el Canal de Albacete y La Manchuela.
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