Oposiciones en la Junta
En el año 2001, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía convoca unas oposiciones para Facultativos de Archivos (cinco plazas). Los exámenes (cuatro) se realizan desde mayo de 2002 hasta julio del mismo año. A las personas que aprobaron les ofertan cinco plazas de muy diversas características, algunas de ellas de simples titulados superiores, lo cual significa que no tendrán ninguna función especializada (asesoramiento) y, por tanto, tampoco ningún complemento económico. Pero la misma Consejería premia a aquéllas personas que en esa oposición demostraron su poca formación e incompetencia, contrata a nueve de esas personas para ocupar puestos semejantes a los de los funcionarios que aprobaron la oposición. No, no se trata de una mera bolsa de trabajo, ¿quiere conocer dónde está la aberración cometida? La Consejería premia a los suspendidos en la oposición contratándolos y dándoles puestos de trabajo para los que es necesaria la máxima preparación, se trata de puestos de especialistas y para los que se requiere la mejor preparación y formación, cosa que estas personas han demostrado no poseer. Además, estos puestos conllevan unos complementos económicos que algunos de los funcionarios referidos más arriba no tienen.
Yo creía que con una oposición lo que se pretendía era escoger a los mejor formados y preparados para que ocupen los puestos más cualificados en la Administración autonómica andaluza, y no dárselos a los más incompetentes y, además, premiarlos por ello, castigando y relegando a los peores puestos a los que demuestran su valía en una oposición abierta y limpia. Es más, es que la cerrazón no termina aquí, existen plazas para funcionarios que están sin cubrir y donde se necesita a ese personal.