La voz de la perseverancia
Las frías temperaturas de Viena se volvieron un poco más cálidas para Carlos Álvarez esta semana. El reconocimiento de su trabajo en su tierra acortó distancias. Tras el estreno de La favorita de Donizetti, su última ópera, el mismo Gaspar Zarrías, consejero de la Presidencia, comunicaba telefónicamente al barítono malagueño que el próximo día 28 de febrero, Día de Andalucía, recibiría la Medalla de la comunidad andaluza.
"Llevo desde el 8 de enero en Viena y no he tenido ni tres días libres para escaparme a casa. La verdad es que tengo muchas ganas de volver para ver a la familia. Pensaba hacerlo entre el 25 de febrero y el 2 de marzo. Entonces me llegó la noticia de la medalla y ahora vuelvo con más razón todavía", comenta Carlos Álvarez. "Cuando me lo comunicó Gaspar Zarrías, fue, en principio, una sorpresa, porque uno nunca se espera algo así. Luego una alegría", dice Álvarez.
El barítono lleva 13 años en el mundo de la música. Comenzó a cantar en la escolanía de su colegio y debutó como solista en un festival de verano organizado en el Teatro Romano de Málaga. Tenía 18 años. Su prodigiosa voz y su gran dedicación y constancia le han granjeado fama internacional. Ha actuado en los principales templos de la lírica del mundo como el Metropolitan de Nueva York, La Scala de Milán, El Liceo de Barcelona o el Teatro de la Ópera de Viena. Este año, también ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Un nuevo reconocimiento lo llena, según Álvarez, de una mayor responsabilidad. "Yo siempre he pensado que mi trabajo ha de tener una repercusión social y cultural. El que te lo premien implica también que el esfuerzo tiene que ser mayor", afirma.
"Humildemente, no creo que el mérito mío sea suficiente para obtener este galardón. Pero sí pienso que esto puede servir de estímulo para los más jóvenes. Quizás, los que emprenden su carrera puedan sentir que es posible conseguirlo", añade el barítono.
Antes del estreno de La favorita, Álvarez ha tenido ensayos en Viena durante seis semanas. Además, mientras tanto, también ha realizado funciones de Don Carlo, de Verdi. "Mi mujer, Carmen, me ha acompañado un tiempo. A veces pienso que los demás se toman muchas molestias con mi trabajo, intentan preocuparme lo menos posible, ocuparme lo menos posible. Me tratan de una manera muy sutil para que yo pueda seguir adelante", opina el barítono que se enorgullece de todo el apoyo que le brindan. El 11 de marzo es su última función en Viena. El día 10 estará en la ITB de Berlín, la Feria Internacional de Turismo, para presentar el expositor del Patronato de Turismo de la Costa del Sol. "Le dije al Patronato que si quería podía contar conmigo. Málaga ha de ser conocida también por su atractivo cultural", comenta Álvarez. Después, volverá a los teatros andaluces. En Córdoba, presentará una nueva producción de El barbero de Sevilla. Luego actuará en el Villamarta de Jerez y en Sevilla el Viernes de Dolores.
"Para volver a Málaga aún no tengo fecha. Así que cuando llegue a casa será para estar de vacaciones y poder disfrutar de mis hijos, ver a mis amigos y estar con mi familia. Pero hasta el mes de julio va a ser muy difícil", añade.
Carlos Álvarez asegura que su mayor reto es siempre el próximo concierto. "Considero que ésta es una actitud muy positiva ante el trabajo. Así no discrimino ni el lugar donde actúo, ni a los espectadores que van a verme. Esto también hace que no decaiga la calidad", explica el barítono malagueño, que comenzó a estudiar Medicina, pero lo dejó cuando vio las posibilidades que la lírica comenzaba a abrirle. "Yo digo que no elegí esta profesión, sino que fue la profesión la que me eligió a mí. En un momento crucial conocí a personas como Luis Iturri o Emilio Sagi. Ellos vieron en mí un cantante y me ayudaron a tomar la decisión de dejar la medicina", añade.
Para Carlos Álvarez lo mejor de su trabajo es poder hacer lo que le gusta y ver la satisfacción de un público, normalmente exigente, al que se enfrenta día a día. Pero lo peor es que su profesión le mantiene largas temporadas alejado de su familia y de su tierra natal. El próximo 28 de febrero, el teatro de la Maestranza de Sevilla se vestirá de fiesta para reconocer, entre otros, la labor incansable de una de las voces más importantes de la lírica nacional.
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