_
_
_
_
Reportaje:

El espejo de Quebec

Mas pide las mismas competencias en inmigración con que cuenta la provincia francófona de Canadá

Francesc Valls

A los nombres de Calvet, Carbonell, Canet... habrá que añadir ahora el del conseller en cap, Artur Mas. Desde que ha pisado Quebec, el delfín de Jordi Pujol se ha enrolado en la herencia espiritual del regimiento Royal Rousillon. Se ha convertido en entusiasta seguidor de los granaderos y fusileros de ese regimiento -procedentes mayoritariamente de la Cataluña francesa- que combatieron a las órdenes del marqués de Montcalm, entre 1756 y 1763, por mantener un Quebec francés. Con su llegada a Canadá el lunes, el conseller en cap no ha dejado de mirar el encogido traje de la autonomía catalana en los espléndidos espejos del soberanismo. Ayer volvió a hacerlo. Esta vez en el salón de los espejos de la política de inmigración y pidió que sea el Gobierno catalán el que seleccione en origen a los inmigrantes y, por tanto, el que dé luz verde sobre quién llega al territorio autonómico. "En Quebec no puede entrar ni un solo inmigrante por decisión del Gobierno de Canadá; quien selecciona en origen es el Gobierno de Quebec y eso es condición sine qua non para que Ottawa dé el certificado definitivo", dijo Mas desde la torre del Observatoire de la capital quebequesa. El viento batía fuera y arrastraba pequeñas nubes de nieve por las Llanuras de Abraham, que dieron nombre a la batalla que le costó la vida a Montcalm y Quebec a Francia.

Mas continuó: "Hay que pedir conocimiento del catalán y el castellano a quien llegue a Cataluña, como hacen aquí con el francés". Y agregó: "Cuando se trata de reagrupamiento familiar es el Gobierno de Quebec el que dice si puede o no producirse". Desde el Observatoire, con una bandera catalana y otra quebequesa detrás, prosiguió: "Ellos tienen 11 oficinas propias separadas o dentro de embajadas de Canadá; nosotros no nos negaríamos a que algunas oficinas de inmigración estuvieran en embajadas españolas", dijo, mientras lo contemplaba desde su silla, impasible y sin comprender una sola palabra de catalán el cónsul general de España en Montreal, que lleva apellidos de resonancia épica: Ramón Sáenz de Heredia Alonso, pariente de segundo grado del fundador de Falange Española.

"No queremos hacer la competencia, sino ejercer la competencia", concluyó un Mas que horas antes había sido recibido prácticamente con honores de jefe de Gobierno: alfombra roja en la escalerilla del avión y ausencia total de banderas españolas y canadienses. Sólo la senyera catalana y la flor de lis quebequesa le dieron la bienvenida. Entrevista con el primer ministro, el nacionalista Bernard Landry. Visita a la Asamblea Nacional. Muchas emociones para una exposición al soberanismo que sólo ha durado 48 horas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_