Imágenes de posguerra

Entre las últimas publicaciones de libros de fotografía se encuentra Imágenes insólitas de una dictadura 1939-1975, nacido de los archivos de la agencia Efe. Es una memoria gráfica de las distintas etapas de una posguerra que duró cuatro décadas y que conviene recordar para enfilar con mayor enjundia los vericuetos sociales que aguardan para este siglo XXI. Son composiciones marcadas por un sello fotoperiodístico donde prima lo noticiable. Los mensajes vienen cargados de energía informativa y no se pierden en florituras estilísticas. Llegan con toda su rotundidad al espectador.

Son instantáneas fotográficas que cuentan una larga historia cargada de matices muy diversos con brevedad y precisión. De la retina al cerebro llegan con la fuerza de un rayo que graba a fuego las peculiaridades más resonantes de aquellos años repletos de extravagancias folclóricas, injusticias, arrogancias y contradicciones histriónicas. El trabajo se reparte en cuatro apartados. El primero es Hambre, miseria y orden. Las fotos nos enseñan a los presos ensanchando carreteras o formados en el patio carcelario cuando escuchan condenas a muerte conmutadas. No faltan gentes humildes hacinadas en los suburbios, notas de la carencia de alimentos y la especulación estraperlista o niñas en clases de corte y confección. Contrapuesto a estas escenas aparece la arrogante Guardia Mora del dictador, su hija paseando en descapotable, una aristocracia afín al régimen celebrando bailes y banquetes, un clero sumiso y la actriz Rita Hayworth viendo toros con un conde en la Maestranza. Tiempo de abrir horizontes es el siguiente capítulo, donde la emigración masiva a Europa se mezcla con la construcción de pantanos, visitas del generalísimo a las zonas más deprimidas, una auténtica avalancha futbolística, recuerdos a literatos y gentes del espectáculo o la llegada del príncipe Juan Carlos a Madrid. El final de la autarquía encuentra significado en la foto de un pleno de las Cortes. A continuación viene Europa aporta divisas, trabajo y libertad, una etapa sacralizada por los iconos de la minifalda, el biquini en las playas, la visita de los Beatles, la colas en el voto del referéndum nacional y, también, la represión por los grises de las revueltas estudiantiles. La dictadura muere en la cama trae las visitas de Richard Nixon o De Gaulle a un envejecido caudillo. Un atentado de ETA acaba con la vida de Carrero Blanco; otro, con la de doce clientes de la Cafetería Rolando. La sucesión y el cambio da paso a retratos de los herederos. El caballo de Francisco Franco sin jinete cierra el relato gráfico como metáfora del comienzo de una nueva época.