La fiscalía detecta pagos irregulares en la venta de Mannesmann
Cuatro directivos, un banquero y un sindicalista, entre los acusados
El éxito de la venta del grupo industrial y de telecomunicaciones alemán Mannesmann a la operadora británica Vodafone, en 2000, con una OPA hostil capitaneada por Chris Gent, presidente de Vodafone, sólo fue posible gracias al pago de al menos 100 millones de euros a los directivos de Mannesmann, según sospecha la fiscalía alemana, que ayer confirmó que ha abierto un sumario contra seis directivos.
El sumario incluye personalidades como Klaus Esser (ex presidente de la ya extinta Mannesmann) y otros tres ejecutivos de la empresa, más Josef Ackermann (actual presidente del Deutsche Bank) y Klaus Zwickel (presidente del sindicato IG Metall), integrantes ambos del consejo de vigilancia.
Para batallas entre los colosos de la economía mundial, aquélla entre Mannesmann y Vodafone, entre 1999 y 2000. Era aún la época de la danza de los millones en el sector de las telecomunicaciones y el enfrentamiento comenzó cuando Mannesmann, en noviembre de 1999, anunció la adquisición de la operadora de telefonía móvil británica Orange, competidora directa de Vodafone. La respuesta del agraviado Chris Gent fue una OPA sobre la compañía de Klaus Esser por un valor que llegó a superar los 180.000 millones de euros.
Fue un punto de inflexión en la historia empresarial de la Alemania contemporánea: por primera vez, uno de los gigantes de la economía alemana corría peligro de ser engullido por un competidor extranjero, y así fue criticado en un primer momento por el Gobierno rojiverde del canciller Gerhard Schröder, que luego se retractó de este rechazo tras diversos llamamientos al orden de la economía global.
Desmembramiento
Los intentos de evitar la venta y posterior desmembramiento de Mannesmann (un grupo con actividades en telecomunicaciones, sino también en construcción de maquinaria, componentes automovilísticos y tuberías) se prolongaron durante meses y costaron cientos de millones de marcos en anuncios publicitarios para convencer a los accionistas de no vender sus participaciones.
A finales de enero de 2000, Esser estuvo a punto de vencer el acoso: entre sus opciones figuraban una fusión con Vivendi y una alianza con AOL, posibilidades ambas que hubiesen encarecido Mannesmann hasta tal punto de imposibilitar a Vodafone su compra. Ambas maniobras de defensa, sin embargo, fracasaron en circunstancias aún no del todo esclarecidas. A los pocos días, Esser se dio por vencido y dio su consentimiento a la venta de su empresa, de la que se retiró meses más tarde. A cambio de su gestión, Vodafone le pagó 59 millones de marcos (30 millones de euros) aprobados por el consejo de vigilancia de Mannesmann.
La sospecha que desde hace años ronda en Alemania y ahora ha conducido a la apertura formal de un sumario por malversación de fondos es que la promesa de este pago (a los que se sumaron otros, por una suma total que ronda los 100 millones de euros) fue una especie de soborno para quebrar la resistencia de Mannesmann. Posiblemente, en todo ello tuvo algo que ver también Li Ka Shing, el presidente de Hutchison Whampoa (Hong Kong), principal accionista de Mannesmann después de la venta de sus acciones en Orange.
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