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La capital cuenta con 60 'after hours' ilegales, 20 más que el año pasado

Un grupo reducido de empresarios controla estos locales, la mayoría en Chamberí y Centro

La demora en el proceso administrativo para conseguir cerrar una sala after hours (discotecas matinales) ha hecho que, en el último año, el número de locales de la capital haya aumentado "de manera importante", según fuentes municipales. Si en 2002, la capital albergaba unos 40 after hours, este número, por lo menos, ha aumentado hasta 60. El grupo reducido de empresarios que controla estas salas recurre una y otra vez las órdenes de cierre para ralentizar la clausura todo lo posible. La mayoría de los locales se encuentran en los distritos de Chamberí y de Centro. Además, en los últimos años, han proliferado en la capital los after hours para público latinoamericano.

Los after hours (discotecas matinales) son locales ilegales debido a que su actividad no está regulada por la Ley Regional de Espectáculos Públicos. El máximo horario que puede tener un local en Madrid es hasta las tres y media de la mañana (los bares especiales) o hasta las seis (las salas de fiestas y discotecas). Pero los after hours abren sus puertas después, a partir de las siete de la mañana y hasta más allá del mediodía. Además de incumplir el horario, estas salas también se saltan el aforo. En un after hours como Macumba, en la estación de Chamartín, la Policía Municipal ha llegado a contar hasta 2.000 personas, cuando el máximo permitido es 800.

Según fuentes municipales, en la capital hay al menos 60 locales que funcionan como after hours, 20 más que el año pasado, cuando se contabilizaban unos 40. Por ejemplo, entre Chamberí y Centro suman más de 12 locales y el distrito de Salamanca tiene tres (uno de ellos en la calle de José Ortega y Gasset). Otros distritos, como Tetuán, no tienen ninguno. En 2001, las Juntas de Distrito cerraron unas 60 salas. Un año después, esta cifra se ha reducido por lo menos, a la mitad, según fuentes municipales.

Denuncias en la Junta

Este aumento de after hours se debe a que, aunque la Policía Municipal denuncia todos los locales que incumplen las normativa, el cese de actividad se puede demorar hasta dos años debido a que los empresarios que gestionan estos negocios recurren la orden de cierre una y otra vez. Hay locales que tienen interpuestas en sus correspondientes juntas de distrito más de 60 denuncias policiales solicitando el cierre y, sin embargo, siguen abiertos. Además, la Ley Regional de Espectáculos Públicos prevé unas medidas cautelares que incluyen el cese de actividad mientras dure el proceso administrativo, pero estas medidas rara vez se aplican. Ésto provoca que, entre el grupo reducido de empresarios que se dedican a estos negocios en la capital, se haya corrido la voz de que sus actividades ilegales pueden permanecer mucho tiempo impunes, según fuentes municipales.

Además, para evitar los procesos sancionadores los dueños de las discotecas matinales disuelven las sociedades con las que alquilan los locales y dan continuamente nombres y direcciones falsos. Aún así Policía Municipal insiste que, aunque tarde, "el que la hace la paga". "Aunque el proceso administrativo se dilate, al final los dueños de los after hours son fuertemente sancionados", apuntan fuentes policiales.Por ejemplo, Jesús Amado Pérez Arnau, dueño de un after hours en la colonia Mirasierra (Fuencarral-El Pardo) fue condenado el pasado mes de noviembre a seis meses de prisión por agredir a un agente de la Policía Municipal que entró en el local a hacer una inspección.

Desde que la Policía Municipal presentó ante la Junta de Distrito las primeras denuncias hasta la detención de Jesús Amado Pérez Arnau han pasado dos años.

Pero hay otros empresarios que continúan con los negocios de los after hours y que, según fuentes de la Policía Municipal, no son más de cuatro o cinco personas. "Son siempre los mismos y se conocen entre ellos. También hay profesionales de la hostelería que intentan meterse en el negocio, pero a la primera advertencia policial, lo dejan", explican fuentes policiales. Este grupo, además, cuenta con un equipo de abogados que conoce los procesos administrativos y cómo eludirlos para evitar el cierre. Estos empresarios pueden ganar, en un fin de semana, más de 12.000 euros de caja, "sin contar las ganancias por venta de droga que se produce en muchos locales", añaden fuentes municipales.

Público fiel y adicto al 'éxtasis'

Noches enteras sin dormir. Horas y horas de baile al ritmo de la música house. Buen rollo. Colas interminables en los baños. Bebidas energéticas para aguantar. Y sustancias más fuertes para aguantar todavía más. Son las 10 de la mañana en una sala de Centro que tiene el cierre medio echado. Dentro hay todo tipo de público: desde adolescentes maquilladas que se acaban de levantar hasta cuarentones que aún no han terminado la noche. "Somos un público fiel a este tipo de locales. Sobre todo funciona el boca a boca: cuando abren un nuevo garito nos enteramos, cuando lo cierran, también", explica Marta, de 20 años. Tiene el pelo rojo, dos coletas y un piercing ajustado en su labio inferior. Hay salas after hours por toda la capital: en la calle José Ortega y Gasset; en Fernando el Católico, en Alberto Aguilera; en la calle de Pelayo; en Rodríguez San Pedro... En casi todas reparten tarjetas de propaganda del resto de las salas.Hay incluso locales específicos para público gay y otras para latinoamericanos. Éstas se concentran sobre todo en la zona de copas de Aurrerá, en el barrio de Argüelles, y en el distrito de Usera. Algunas de estas salas han sido sancionadas por la Policía Municipal por permitir la entrada a menores de 18 años y, además, venderles alcohol.Entre los jóvenes corren las pastillas de éxtasis, y también unos botecitos de color marrón y que contiene una de las drogas más de moda entre el público de los after hours: el GHB (gamma-hidroxibutírico), o éxtasis líquido. Esta droga empezó a comercializarse en Baleares y llegó a las discotecas madrileñas en 1995. Antes de servir como droga se utilizó en medicina como analgésico o hipnótico. Los efectos de esta droga son sedantes, al contrario que los del éxtasis en pastillas. Los daños en la salud (mareos, vómitos, vértigos, amnesia, temblores incontrolables y hasta la entrada en coma) dependen en buena parte de la condición física del consumidor. El precio es de ocho o diez euros por chupito. Esta sustancia, u otras, las ofrecen los propios dueños o parte del personal de seguridad. Las zonas de venta de droga suelen ser los servicios o los almacenes.David, un consumidor de 28 años, intenta restar importancia a los peligros del éxtasis líquido. "Todo el mundo pone el grito en el cielo con estos temas, cuando cada noche hay decenas de tíos borrachos tirados por las calles de Malasaña", afirma.

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