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Reportaje:DE LA NOCHE A LA MAÑANA

Vesubios de sangre humana

El éxito de las manis por la paz del 15-F tiene la ventaja añadida de que más pronto que tarde dejaremos de ver en la tele las jetas intolerables de Aznar, Arenas, Zaplana

Agua va

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Paz

Hay que remontarse muchos decenios atrás para ver en el partido en el Gobierno tanta y tan vociferante impostura de trilero. Que un cargo público populachero afirme sin sonrojarse que lo que desean los socialistas es que el labrador valenciano se quede sin agua para regar sus cultivos no sé yo si es para acudir de inmediato al juzgado de guardia por injuria manifiesta, pero sí dice lo bastante acerca de una posición que está resuelta a lo que sea con tal de salirse con la suya. ¿Y cuál es? Siendo bastante incierto que esta gente esté tan ansiosa por socorrer al campo valenciano que no le importe recurrir a cualquier artimaña de vendedor de crecepelos para conseguirlo, habrá que contemplar la presión de otros intereses en un plan tan dudoso como el hidrológico. Aprovechar unas inundaciones para contraponerlas a nuestra carencia de agua es argucia de miserables incompetentes.

Más agua aún

El asunto de Aguas de Valencia, que son otras aguas algo más turbias y así como más diversificadas, no se resuelve con una graciosa y arisca Alicia de Miguel concediendo entrevistas exculpatorias a fin de torear una explicación parlamentaria que el ciudadano merece porque es el que paga con sus impuestos todo ese jolgorio, en el que cabe incluir a manera de chocolate del loro las postineras estancias en hoteles de lujo parisiense. El agua se ve que es que da para mucho, por más que se vaya convirtiendo en una especie de chapapote mal depurado que deja su rastro de pringados por allá por donde pasa. Y se ve también que pasa por muchos sitios, porque siempre busca su cauce natural, una naturaleza conductiva de muchos siglos que sólo de manera ocasional obedece los dictados de quienes buscan su provecho en cortapisas de cemento más o menos reversible.

Vuelve la disidencia

Muy claro tienen que verlo los actores y cineastas, tan dependientes de las subvenciones en su trabajo, para montar con toda razón el pollo que están montando a propósito de la más que posible guerra contra Irak. Y más feliz que un estudiante con trenka nueva aparecía Fernando Savater en las fotos que recogían la condena de los artistas a ETA, que también es que ya era hora. Lo que molesta al equipo de gobierno es que esos rostros tan desdeñosos con el ardor guerrero son más populares que el de Mariano Rajoy, por poner un caso, circunstancia que le complica las cosas algo más de lo previsto, no vaya a ser que los ocho millones de espectadores que siguen las aventuras televisivas de Imanol Arias acaben votando por las posiciones que, al parecer, defiende. Quizás por eso hasta un tipo, dizque periodista, como Jiménez Losantos está de los nervios y la toma ahora -con ira pero sin gracia, con lo gracioso que es en sí mismo- también contra los cómicos.

Por lo mismo

Otra cosa que puede pasar es que juntando el asunto del Prestige, el ceño cada vez más fruncido de José María Aznar, el paracaidismo político de Ana Botella y la sumisión del gobierno a los designios de un Bush cada vez más desconcertado, se desencadene una resurrección tal vez no pasajera de esos movimientos sociales que tanto costó organizar como sociedad civil en los años inmediatos a la transición y que duraron lo que un lirio una vez se consumó el traslado de poderes. Existen sin duda lo que antaño se llamaban las condiciones objetivas para un renacimiento de esa clase, y más entre la mayoría de jóvenes desalentados que no pueden tomarse en serio a Aznar, a la Botella o a la boda de su hija. Así las cosas, queda por ver qué haría el pesoe, reconstituido, con un bacalao de nueva planta que tanto contribuyó a desactivar cuando creyó conveniente hacerlo.

Un jesuita enorme

Hay una hermosura espiritual como aura protectora de algunas personas tocadas por la gracia que resulta más fácil de percibir que de definir como dios manda. Abrigaba a Juan Benet, sin duda, pero también arropa a Peter Brook, Castilla del Pino o Julio Medem, por ejemplo, en un territorio muy sutil donde la mirada jamás desmiente la integridad de la persona, ni del personaje, y que a veces se confunde con la elegancia del gesto, que vendría a ser el reflejo aproximado de un rigor en deuda con un paisaje interior bien amueblado. Miquel Batllori podría haber pasado perfectamente por un dandy de marca, no ya por la elegante disposición de su esqueleto sino por el preciosismo de un intelecto que convertía en imprescindible cualquier detalle merecedor de sus muchas atenciones. El desdén, también a la hora de su muerte provisional, de los que con tanta indignidad ocupan nuestras instituciones políticas, no deja de ser un regalo inadvertido.

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