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Tribuna:AMENAZA DE GUERRA | El despliegue militar
Tribuna
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Irak y sus vínculos con el terrorismo

Conforme se acerca el momento de que Estados Unidos lance una campaña militar contra Irak, parece que la cuestión ya no es tanto si se producirá el ataque, sino cuándo se va a producir. Las quejas contra Irak son principalmente que no respeta el control de los inspectores, y que sigue ocultando y ampliando su programa de armas de destrucción masiva. Esto se interpreta como una amenaza a escala regional e incluso internacional. Mucha menos importancia se da a los argumentos tan frecuentemente mencionados de que Irak está también en la lista de países que apoyan al terrorismo.

Por supuesto, hay una conexión clara entre estos dos aspectos, en el contexto de lo que a menudo se describe como la posibilidad de que caigan armas de destrucción masiva en forma de bombas sucias o elementos biológicos y químicos en manos de grupos terroristas.

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El significado en este caso está bastante claro. ¿Estaría un régimen que hace pasar hambre a su población o realiza ataques con armas químicas contra países vecinos (Irán) inclinado a ceder esas armas a grupos terroristas? La respuesta es evidente y está incluso reforzada por el hecho de que esos grupos terroristas han encontrado respaldo, hospitalidad y un cálido recibimiento por parte del régimen iraquí.

El historial que tiene Irak de respaldar y albergar a terroristas no es ningún secreto. Durante un buen número de años, hasta su aparente suicidio a finales de 2002, la principal base del conocido dirigente terrorista Abú Nidal fue Bagdad. Algunas de sus operaciones terroristas bien conocidas, como el secuestro en 1986 de un vuelo de Pan Am en Pakistán, los intentos de asesinar a Abdul Halim Jaddam, que en ese momento era ministro de Asuntos Exteriores de Siria, y los objetivos judíos en Europa, son sólo unos cuantos ejemplos.

Irak ha dado refugio a uno de los participantes en el atentado con bomba de 1993 contra el World Trade Center, Abdul Rahman Yasin, el único que escapó a la prisión. El jefe del FLP (Frente de Liberación Palestina), Abu al-Abbas, que fue responsable del secuestro del Achille Lauro en 1985, encontró un hogar para él y su organización en Irak. Allí, los servicios secretos iraquíes armaban y daban instrucción a los activistas del FLP.

Ésos son sólo algunos de los ejemplos que vinculan muy estrechamente al régimen iraquí con grupos y personalidades terroristas. El hecho de que Irak no sólo haya albergado a éstos y a otros, sino que también haya ayudado a reclutar, dar instrucción, armar y planear misiones, son pruebas de que el régimen iraquí es una amenaza no sólo por sus programas de fabricación de armas de destrucción masiva y la posibilidad de que las use, sino también por la seria amenaza de que permitiría a los grupos violentos poner sus manos sobre dichas armas y suponer así una amenaza mucho mayor contra el mundo libre.

Aunque los indicadores muestran que el enfrentamiento armado es inevitable, hay todavía esperanza de poder evitarlo. Si se evita una guerra no debe olvidarse la cuestión del respaldo que Irak da a los grupos terroristas. El desarme de Irak debe incluir la expulsión de los terroristas, porque sin eso Irak seguirá siendo un semillero de crueles grupos y organizaciones terroristas. En nuestro mundo moderno y pequeño esto podría tener consecuencias peligrosas para la región y para el mundo en su conjunto una vez superada la crisis con Irak.

Brian Cutter es experto en relaciones internacionales.

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