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Columna
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Otras formas de gestión

Con intermitencia, largas dilaciones y no poca resignación a la fatalidad por parte de los socialistas, parece que ha concluido ya sus trabajos la comisión de las Cortes Valencianas que estudiaba nuevas formas de gestión para RTVV. Nada de cuanto se ha dicho en ese foro ha modificado un ápice el criterio del Partido Popular, decidido a privatizar la gestión del citado ente. "Es el programa", alegan, su compromiso reiterado con los electores, por más que no pocos miembros calificados de dicha formación gobernante abriguen razonables dudas acerca de su conveniencia, oportunidad y forma de ejecución. Pero es el programa, y a él se remiten con una vehemencia equiparable a la del venerable Julio Anguita.

No obstante, y aunque nos tengamos que allanar a ese desenlace, sería muy ilustrativo que los comisionados divulgasen el meollo de sus trabajos. Probarían así su laboriosidad, talento e imaginación desplegada para proponer alternativas gestoras a las hoy vigentes y obviamente insatisfactorias, tanto por la calidad del producto que propician como por el derroche descomunal de recursos públicos que conllevan. En el peor de los casos, su publicación nos serviría de referente, además de confirmarnos que las cosas se pueden hacer mucho mejor en ese tinglado de Burjassot, centro de producción televisiva.

Sin prejuzgar la bondad de las aludidas reuniones y eventuales propuestas, lo bien cierto es que urge meter mano en esa parcela audiovisual y -todavía- pública. Lo conmina así la Sindicatura de Comptes y viene asimismo obligado por los visos alarmantes de las anomalías que se constatan. A este respecto, y refiriéndonos a Televisión Española, resulta llamativo, por lo escandaloso, el chapapote que está exhumando el Tribunal de Cuentas cuando denuncia que las películas que emite son adquiridas mediante intermediarios que encarecen innecesariamente el precio, o cuando señala con el dedo a los individuos de alta dirección que cobran sueldos fabulosos e ilegales.

Aunque no está en nuestro ánimo escribir una carta persa, esto es, hablar de Madrid para que se nos entienda en Valencia, lo bien cierto es que no puede soslayarse tal asociación de ideas, puesto que también por estos pagos emergen sospechas de calibre similar. Por ejemplo, ¿cómo adquiere RTVV sus largometrajes? Pues la verdad es que uno no lo tiene claro ni ha podido esclarecerlo preguntando en las fuentes supuestamente informadas. Unos nos remiten a la FORTA, la agrupación que aúna a las televisiones autonómicas, y otros no tienen empacho en proclamar que en este pelotazo de la intermediación cinematográfica figuran personajes de alto copete que están haciendo su agosto a la sombra de la Administración. Y no nos referimos al camarada Luis García Berlanga o a Amadeu Fabregat, entre otros, esos perejiles que aliñan todas las salsas.

Por los posibles y aun probables enjuagues como éste, con las no menos injustas imputaciones, algo y pronto habrá que hacer para aplicar nuevas formas de gestión de RTVV, y ello sin esperar a que se privatice, externalice o malvenda su parrilla. Una cosa es el desaliño de su programación y muy otra que en su seno aniden cuervos o se ampare la corrupción. ¡Valiente película!

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