Fiesta del cordero en tiempos de penuria
La pobreza, la falta de alimentos y los preparativos bélicos marcan en Irak una de las celebraciones más importantes del islam
Miles de mujeres iraquíes se han levantado hoy de madrugada para preparar el bahat, un dulce de arroz con leche con el que los habitantes del sur de Irak empiezan el día del Eid al Adha o fiesta del cordero. Para el resto de los iraquíes musulmanes, el ritual debería comenzar con el sacrificio de un cordero, pero son pocos los que tras 12 años de sanciones económicas internacionales pueden permitírselo. La amenaza de un ataque militar estadounidense también pesa a la hora de hacer gastos.
"No es una situación excepcional", asegura el economista Homam al Shamáa, "viene ocurriendo cada fiesta desde hace 12 años". Según este catedrático de la Universidad de Bagdad, "los iraquíes se han acostumbrado a ser menos ambiciosos y conformarse con compras más modestas". Tal vez por eso, los zocos de la ciudad están estos días llenos. "Lo habitual por estas fechas es comprar ropa nueva a los niños y regalos para la familia", explica Flayeh al Meyali, un traductor que intenta mantener la tradición.
El único cambio que aprecia Al Shamáa es en el cambio del dólar, que en las últimas semanas ha superado los 2.000 dinares en el mercado libre (el banco hace un cambio algo inferior). "Claro que eso no afecta a los más pobres que compran productos locales", explica. Este economista dice que no hay estadísticas oficiales, pero las cifras con las que trabaja indican que el 80% de la población se ha empobrecido y el 20% restante "sin ser rico, se defiende".
Para él, eso significa que tienen unos ingresos mensuales de 500.000 dinares (unos 200 euros) mensuales, más de 10 veces los salarios oficiales de maestros o funcionarios medios. Resulta difícil imaginar que una familia de seis personas pueda sobrevivir con menos de 50.000 dinares al mes. Aunque los alimentos y los servicios públicos son muy baratos, un piso de dos habitaciones y salón en un barrio no demasiado céntrico ronda los 125.000 dinares. "Las familias se agrupan porque hay, además, una gran escasez de viviendas", afirma Al Shamáa.
Sin dudar de sus palabras, se observa además un aumento vertiginoso del pluriempleo y la economía informal. Eso, y el sistema de incentivos implantado en muchas oficinas y empresas públicas, permite redondear los salarios y que las compras se hayan disparado en vísperas de las fiestas. Es difícil saber en qué medida se trata también de acopio ante la amenaza de guerra. Algunas familias admiten que han almacenado arroz, harina, pero también gas y queroseno."A los pobres no les queda más remedio que arreglarse con las raciones del Gobierno, cuyo último reparto incluyó tres meses, hasta marzo", lamenta, sin embargo, Al Shamáa, que se preocupa por las consecuencias a largo plazo de este empobrecimiento. A su juicio, "la pobreza, la falta de medicinas, de alimentos y de todo lo esencial para vivir ha hecho que la gente se vuelva hacia la religión, hacia Dios, y se haga más fanática". "Esto es lo más peligroso para el futuro. Miles de creyentes que llenan las mezquitas los viernes son practicantes en la forma, pero no en los principios", asegura. "En los próximos 10 años Irak difícilmente podrá vivir bajo un régimen distinto que el actual, con el poder estatal centralizado; lo que necesitamos son medios económicos", añade.
Durante los próximos cuatro días, los iraquíes van a intentar olvidarse de las preocupaciones y celebrar la fiesta en la medida de sus posibilidades. El ¡Eid Said! (Felices fiestas) se repetirá una y otra vez, a pesar de la penuria.
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