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Reportaje:

Adiós a Yugoslavia

El nombre del país balcánico desaparece del mapa de Europa tras 85 años de historia

El diputado Aleksandar Simic, del Partido Socialista de Serbia, que todavía preside desde su cárcel en La Haya el hoy acusado de crímenes de guerra Slobodan Milosevic, resumió lo que allí se consumaba: "Hoy enterramos a Yugoslavia. Creo que fue un buen país y no me explico por qué tantos se empeñaron en destruirlo de una forma tan enloquecida".

El diputado Simic asistía en la noche del martes 4 de febrero en Belgrado a la votación final que selló la desaparición de Yugoslavia del mapa de Europa y el nacimiento, sobre su mismo territorio, de un nuevo país: la Unión de Serbia y Montenegro. Fue un embarazo no deseado y un parto aún más difícil de más de un año de duración. Al Alto Representante de la Unión Europea para la política Exterior y de Seguridad, el español Javier Solana, le corresponde el papel de comadrón del nuevo Estado. El diario croata Novy List rebautizó al nuevo país como Solania, debido a los esfuerzos de míster Pesc para conseguir la firma de Serbia y Montenegro que dan nombre al recién nacido Estado.

El nuevo Estado, Serbia y Montenegro, puede desaparecer también tras sólo tres años de vida

No se ponen de acuerdo los comentaristas al fijar la edad de la difunta Yugoslavia. Unos la cifran en 85 años y otros en 74. El Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos se fundó tras la I Guerra Mundial, en 1918. El nombre de Yugoslavia, eslavos del Sur, data de 1929.

Tras la II Guerra Mundial se formó la República Popular Federal de Yugoslavia. Durante más de 45 años, 35 de ellos bajo la dictadura de Tito, resistió el país de las "seis repúblicas, cinco idiomas, cuatro religiones y dos alfabetos". A principios de la década de los noventa explotaron los nacionalismos y Yugoslavia estalló en pedazos. Con seguridad, el diputado Simic no cuenta entre los "tantos empeñados en destruir con locura" a su líder Milosevic, uno de los principales culpables de las guerras de la antigua Yugoslavia.

Sobre los restos, tras la secesión de Eslovenia, Croacia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina, se fundó el 27 de abril de 1992 la República Federal de Yugoslavia, formada por la hermana mayor, Serbia, con 10 millones de habitantes y 88.361 kilómetros cuadrados , y la insignificante Montenegro, con sólo 650.000 habitantes y 13.812 kilómetros cuadrados.

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La enemistad del presidente de Montenegro, Milo Djukanovic, con su antiguo líder Milosevic le vino de perlas a la comunidad internacional para el acoso y derribo del régimen despótico de Belgrado. La Unión Europea, fiel al viejo principio del presidente de EE UU Roosevelt "es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta", hizo la vista gorda ante los negocios de contrabando y los contactos mafiosos de los dirigentes montenegrinos.

Djukanovic y los gobernantes de Montenegro sirvieron hasta la caída de Milosevic. Después sus afanes independentistas dejaron de ser funcionales y se convirtieron en un claro peligro. La secesión de Montenegro podría tener un efecto dominó y desmoronar todas las fronteras balcánicas, selladas todavía con saliva. Kosovo, Macedonia y Bosnia-Herzegovina podían seguir el ejemplo de un Montenegro independiente.

Para evitar este riesgo, los esfuerzos de Solana, a base del palo y la zanahoria de la UE, han conseguido parir el nuevo Estado de Serbia y Montenegro, que nace con dos monedas (el dinar y el euro), con una más que dudosa capitalidad en Belgrado y sin un Parlamento elegido. Por añadidura, Serbia y Montenegro parte ya con una fecha de caducidad de tres años. A partir del 4 de febrero de 2006 tanto Serbia como Montenegro podrán celebrar un referéndum para dedidir si permanecen unidos en el Estado recién creado o se separan. Djukanovic ya ha anunciado que trabajará por la secesión.

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