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Reportaje:AMENAZA DE GUERRA | La diplomacia

La ONU espera a Blix

Los miembros del Consejo de Seguridad quieren oír cuanto antes el informe del jefe de los inspectores tras su regreso de Bagdad

El pasado viernes por la tarde, los embajadores de los diez países elegidos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -que forman el número de 15 con los cinco permanentes- terminaron una reunión para intercambiar criterios. Uno de ellos dijo:

"El señor Blix regresará a Nueva York a partir del lunes. ¿Por qué esperar hasta el viernes 14 para conocer su informe? Sugiero averiguar cuándo estará por aquí y que le solicitemos una entrevista para que nos anticipe sus impresiones".

Sus colegas estuvieron de acuerdo. Todo indica que a partir del próximo martes, el superinspector de armas biológicas y químicas, Hans Blix, y su colega, Mohamed El Baradei, director del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), después de su decisiva misión a Bagdad de ayer y hoy, elaborarán en Nueva York su informe.

Si Blix regresa a Nueva York con con las manos vacías, Bush pasará a la ofensiva final
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El Consejo de Seguridad, tras escuchar las acusaciones del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, pareció conferir a este viaje el de última oportunidad para evitar la guerra, aunque al día siguiente, el jueves, el presidente Bush pitó anticipadamente el final del partido. "El partido ha terminado", dijo, poco antes de despachar a la División Aerotransportada 101, de gran valor estratégico, hacia el golfo Pérsico.

Pero, en teoría, la misión sigue siendo esencial, porque intenta confirmar por última vez si el régimen iraquí está dispuesto a cooperar con los inspectores de Naciones Unidas en la tarea de conocer la situación de los arsenales de armas químicas y biológicas que presuntamente, según Estados Unidos, se ocultan en Irak.

El deseo de los embajadores de los diez miembros rotativos del Consejo de Seguridad de entrevistarse con Blix nada más que llegue a Nueva York resumía el viernes por la noche toda la tensión acumulada durante la semana. Todos están convencidos de una cosa. Según fuentes consultadas por este periódico, si Blix, diplomático sueco de probada integridad personal y profesional, vuelve de Bagdad con las manos vacías y confirma que el régimen iraquí sigue jugando al escondite, la Administración de Bush pasará a la ofensiva final al tiempo que se debilitará la posición de aquellos países que, como Francia, China, Rusia y Alemania, son hoy partidarios de continuar y reforzar la labor de los inspectores.

"Si Blix dice que Sadam sigue en sus trece, Bush enfilará su dedo pulgar hacia abajo", dijo un embajador consultado por EL PAÍS. Pero advierte: "Ahora bien, eso no quiere decir que Estados Unidos vaya a aceptar lo que diga Blix, pero si su mensaje es más ambiguo, si hay alguna señal de que el régimen iraquí está dispuesto a cooperar, eso hará más difícil un desenlace automático".

Aquí, en estas dos palabras, "desenlace automático", está la clave de la política del presidente francés, Jacques Chirac. Un diplomático que participó el pasado miércoles en la reunión del Consejo de Seguridad señaló a este periódico que el debate importante tuvo lugar después de aquella, cuando Powell y los demás subieron a la cuarta planta de la ONU para participar en el almuerzo a base de corvina y verduras hervidas ofrecido por el secretario general, Kofi Annan.

Powell preguntó al canciller francés, Dominique de Villepin, cómo se ponía en práctica su idea de reforzar con inspectores, tecnología y aviones Mirage la tarea ya desarrollada hasta ahora en Irak por la misión de la ONU. Según el diplomático consultado, el canciller francés explicó que no se podía pasar de una política de contención e inspecciones a un proceso militar abierto. Irak, dijo, no es el único país que plantea problemas. Y citó el caso de Corea del Norte. El canciller francés se preguntó, de manera retórica, si todas estas situaciones se resolverían pasando a la guerra. Con todo, añadió que Francia estaba dispuesta a considerar la acción militar, pero ello siempre después que se ensayaran diferentes iniciativas y toda vez que no existiera más alternativa. Las fuentes consultadas por este periódico señalaron que Dominique de Villepin hizo hincapié en un concepto. Ningún país, dijo, puede ganar la guerra y la paz por sí mismo. La ONU tiene que estar en el centro.

La fuente señaló que Powell le interrumpió, sin ocultar su fastidio, insistiendo en que él había preguntado cuál era el proyecto concreto. El responsable del Foreign Office, Jack Straw, intervino dirigiéndose al canciller francés. Según dijo, la mejora de la tecnología, el aumento del número de inspectores y los aviones no servirían de nada sin la colaboración del régimen iraquí.

De acuerdo con las fuentes informantes, la ministra española de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, expresó al canciller francés su preocupación por el mensaje que podía derivarse de la posición francesa en momentos en que, ante el viaje de Hans Blix a Bagdad, era necesario dirigir a Sadam una señal de firmeza y unidad del Consejo de Seguridad de la ONU.

Powell, según las fuentes, dijo en cierto momento que él era un soldado y que sabía las consecuencias negativas de la guerra. Pero, agregó, también podía tener efectos positivos. E ilustró su tesis con el caso de Alemania, en referencia a la Segunda Guerra Mundial, para lo cual invitó al ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, a pronunciarse. Según las fuentes, Fischer dijo que, en efecto, Alemania sabía que la guerra también podía tener resultados positivos. Fischer explicó que nadie podía conocer las consecuencias de una guerra contra Irak, como nadie podía haber pensado, dijo, que la caída del rey de Afganistán, hacía treinta años, había conducido al ataque de las Torres Gemelas el 11 de septiembre. Criticó con dureza al régimen iraquí e insistió en las inspecciones.

Durante la semana, el presidente Bush habló con varios presidentes de los países permanentes del Consejo de Seguridad y con otros para iniciar la conquista de votos. Por ejemplo, el miércoles llamó al presidente chileno, Ricardo Lagos, para exponer la gravedad de la situación. Lagos, por su parte, también recibió telefonazos de Jacques Chirac y Gerhard Schröder. Y el viernes, tanto Chirac como el presidente chino hablaron con Bush para advertirle que las inspecciones tienen que seguir adelante.

El miércoles pasado, Michael Musa, miembro del consejo de asesores económicos de Ronald Reagan en los años ochenta y economista del Fondo Monetario Internacional (FMI) durante diez años, habló ante empresarios en el Instituto de Empresa de Madrid sobre la situación económica mundial. En el turno de preguntas salió la guerra. "En toda la historia de Estados Unidos, el Congreso y el Senado dieron ocho veces autorización al presidente para declarar una guerra. La octava tuvo lugar en octubre de 2002. En los siete casos anteriores, los presidentes fueron a la guerra", dijo.

Ana Palacio (izquierda) junto a Colin Powell, en la sede de la ONU el pasado miércoles.
Ana Palacio (izquierda) junto a Colin Powell, en la sede de la ONU el pasado miércoles.REUTERS

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