"España debería tener un compromiso de investigación creciente en biomedicina"
No es fácil encontrar un científico que una a su prestigio profesional una probada capacidad de gestión, la capacidad de conseguir en las diversas etapas de su vida la infraestructura y el personal necesarios para hacer investigación de primera línea. Quizás sea esta combinación la que defina mejor a Salvador Moncada, el científico que ha visto aceptada su propuesta de dotar a España de un centro público de referencia para las enfermedades cardiovasculares, la primera causa de muerte en el país. Moncada (Tegucigalpa, 1944), que ha puesto en pie, en Londres, un avanzado centro de investigación biomédica que ahora dirige, sigue de cerca la construcción del edificio en Madrid que albergará el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), cuya primera piedra se pondrá oficialmente el próximo lunes.
"Consideraré el traslado a España una vez el centro esté funcionando"
"Las células madre tienen una implicación terapéutica que no está totalmente estudiada"
Para ésta y otras iniciativas en investigación biomédica que pretenden dotar a España de centros de referencia al estilo de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos pide el científico, conocido sobre todo por sus fundamentales trabajos sobre el óxido nítrico, un marco estable de financiación a medio plazo que acabe con las incertidumbres que subsisten en el proyecto: "España debería de tener un compromiso de investigación en biomedicina. Cuesta mucho crear la infraestructura y cuesta muchísimo más crear la cultura de investigación. No se puede correr el riesgo de que dentro de tres años, por ejemplo, éste no sea ya un programa prioritario".
Pregunta. El CNIC empezará funcionar a finales de 2004. ¿Cómo quiere que sea este centro?
Respuesta. Será un centro con masa crítica e infraestructura moderna que pueda hacer investigación competitiva de nivel internacional y que además actúe como motor de desarrollo para la investigación cardiovascular en España. Será el centro de una red que identifique y promueva grupos nacionales existentes y servirá para la formación de personal para distribuirlo a nivel nacional.
P. ¿Existen ya actividades ligadas al CNIC?
R. Sí, se trata de unir fuerzas y tenemos ya grupos que funcionan en sus espacios originales, mediante un acuerdo de colaboración con el CSIC y con la Universidad de Valencia y la de Salamanca. De estos grupos algunos se incorporarán a la sede de Madrid y otros permanecerán como parte de la red nacional de investigación.
P. ¿Cómo ha nacido todo esto?
R. En ciencia no se puede obligar a la gente. Estamos tratando de crear un ambiente en el cual se reconozca la capacidad de liderazgo y la capacidad de definición de líneas de investigación, que los investigadores reconozcan que les interesa la propuesta. En ciencia siempre hay un equilibrio entre colaboración y competencia y creo que ahora mismo la colaboración es lo más importante, en la medida en que queramos crecer.
P. ¿Y cómo sería el centro ya a pleno rendimiento?
R. El edificio se ha planeado teniendo en cuenta las mejores infraestructuras existentes en el mundo, será uno de los más avanzados de Europa en investigación biomédica. Para empezar, serían unos 150 científicos, con contratos de cinco años renovables en función de su trabajo, y unas 20 personas entre personal de administración y técnicos de laboratorio. Podríamos crecer hasta 350 personas.
P. ¿Cómo se va a financiar?
R. Es una financiación anual del Instituto de Salud Carlos III que nosotros iremos completando con financiación privada.
P. ¿Cree que este mecanismo de financiación es el indicado para un proyecto así?
R. La inversión en investigación debería de estar protegida, salvo crisis de grandes dimensiones. El compromiso del Gobierno español de financiar estos centros ha sido sin duda un avance importante. De momento se ha cumplido, pero creo que falta un programa estratégico que permita saber claramente que el apoyo a la investigación forma parte de un compromiso a medio y largo plazo, que garantice una inversión continua y creciente, porque España es uno de los países que invierten menos en ciencia y tecnología de la UE. El compromiso de inversión creciente en ciencia y tecnología debería ser respetado por cualquier Gobierno.
P. ¿Qué líneas de trabajo le interesan?
R. Estamos interesados en cualquier problema relacionado con las enfermedades cardiovasculares, como el desarrollo de la enfermedad arterioesclerótica, que origina los infartos de miocardio, los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad periférica vascular... También estamos interesados en la definición genética de la propensión de la población española a las enfermedades cardiovasculares, y cómo se ve afectada, por ejemplo, por la famosa dieta mediterránea, un posible factor de prevención. También queremos mantener una conexión cercana con los centros de asistencia. Al ser una institución del Ministerio de Sanidad y Consumo, debemos estar lo más cerca posible de la práctica médica, para trasladar los conocimientos científicos a la aplicación clínica.
P. ¿Le interesa la investigación con células madre?
R. Creemos que es un área muy interesante y trabajaremos con las líneas celulares que se aprueben en Europa y en España. Tiene aspectos científicos importantes, cosas que queremos saber, y una implicación terapéutica importantísima que todavía no está completamente estudiada. Si se pueden utilizar células madre en terapia, por ejemplo en casos de infarto de miocardio, sería una base fundamental de la futura terapéutica cardiovascular. Y lo mismo en el tema de la diabetes, que está relacionada con la enfermedad cardiovascular. No se puede medir en este momento el potencial de las células madre pero lo que es difícil decir es que no se debe trabajar con ellas para ver las posibilidades y también los problemas.
P. Usted ha puesto en marcha el Instituto Wolfson de Investigación Biomédica, adscrito al University College de Londres, y lleva dos años dirigiéndolo. ¿Qué ha obtenido de esta experiencia?
R. La experiencia de los últimos cinco años aquí ha sido valiosísima para montar el centro en España. Además, está la posibilidad de crear un puente entre un país más desarrollado científicamente, especialmente en biomedicina, y otro en proceso de desarrollo, mediante un contacto directo de este instituto con el CNIC durante un periodo inicial. Creo que estoy sirviendo de conexión para facilitar el desarrollo de tecnología y la formación del personal. En este momento en este instituto hay ocho estudiantes españoles, todos con intención de regresar.
P. ¿Cómo es este centro?
R. Tiene cosas muy nuevas. Tiene química médica, de forma que podemos hacer moléculas, de prototipos para medicamentos del futuro. Tenemos también un área de creación de empresas. La idea es que venga a trabajar aquí la mejor gente que consigamos, en cualquier área. Tenemos ahora unos 230 investigadores. También hemos tenido mucho éxito en conseguir financiación de organismos académicos y de la industria.
P. ¿Va a dejar su puesto aquí para trasladarse a España?
R. Con más de tres años de dedicación al CNIC creo que mi compromiso con el proyecto y con España está fuera de toda duda. Mi idea es dedicarme crecientemente al esfuerzo en España para asegurar una infraestructura de nivel internacional. Soy un científico activo y sería una lástima perder dos o tres años sin tener laboratorio de investigación en funcionamiento, dedicándome sólo a tareas administrativas. La mejor solución es considerar el traslado a España una vez el centro esté terminado y funcionando.
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