Tres años y medio en caída libre
La presidencia de Gaspart ha acelerado el deterioro del club en todos los ámbitos
Tres entrenadores destituidos, seis vicepresidentes dimitidos, ningún título, dos partidos de clausura del Camp Nou, varias pañoladas y una preocupante situación económica es el sucinto resumen de los tres años y medio de la etapa presidencial de Joan Gaspart. Hay aspectos aún peores que los estadísticos. Esencialmente aquellos que atañen al vertiginoso deterioro que ha sufrido el club desde que, el 23 de julio de 2000, un eufórico Gaspart tomara posesión del cargo prometiendo todos los títulos posibles y una nueva etapa de consenso tras el tormentoso final de la era Núñez. Con el lema Passió pel Barça, acababa de ganar las elecciones tras haber presentado como aval la experiencia de sus 22 años como vicepresidente durante la etapa nuñista. Fue el último que irrumpió en la carrera presidencial pero triunfó apelando a su acérrima pasión culé y gracias a los inestimables servicios de avezados colaboradores en los entresijos del barcelonismo como Parera, Rexach y Minguella. Fagocitó todas las facciones a base de ofrecer cargos a sus contendientes e hizo valer su pedigrí en contraste con la inexperiencia del que acabó como único rival, el publicista Lluís Bassat, que obtuvo 19.791 votos frente a los 25.181 de Gaspart.
Nada fue bien desde el principio. Sólo unas horas después de tomar posesión, Figo consumaba su fichaje por el Madrid. Y semanas más tarde, Núñez, que había bendecido su sucesión, molesto por el hecho de que pactara con varios de los que habían sido sus enemigos acérrimos, se desmarcaba por completo de él y se ausentaba del acto de colocación de la primera piedra de la ciudad deportiva. Era diciembre de 2002, sólo el preludio de lo que se avecinaba.
Sucesión de escándalos
Guardiola anunciaba su marcha. El equipo iba de mal en peor. En marzo de 2001, Gaspart confesaba el fracaso de su primer proyecto, lo justificaba a las "prisas" para fichar. El siguiente paso fue la destitución de Serra Ferrer. El equipo, ya dirigido por Rexach, sufrió tropiezos hilarantes como la eliminación de la Copa Catalunya ante un rival de Tercera como el Balaguer. Sin embargo, un gol de Rivaldo en el último minuto del último partido de Liga ante el Valencia salvó los muebles y clasificó al Barça para la Liga de Campeones. Los escándalos se sucedían. Se iba Jaume Llauradó de la vicepresidencia, mientras que Pereda, ex jugador y colaborador del club, acusaba a la directiva de haber pagado por Geovanni un sobreprecio de 1.200 millones de pesetas. Los fracasos iban dejando al descubierto la contumacia en la deficiente política de fichajes. Gaspart permitió que Rivaldo se fuera al Milan sin que el Barça percibiera un euro a cambio. Un poco antes, y pese a la oposición de los vicepresidentes, fichó a Van Gaal, el entrenador que había dejado el club cuando lo hizo Núñez.
El entrenador holandés apenas duró cinco meses. Su destitución, consumada la semana pasada y ya apuntada desde que estuvo a punto de cerrarse el fichaje de Bianchi el pasado 21 de diciembre, fue el penúltimo descabello.
Ninguno de los 16 futbolistas fichados a razón de 200 millones de euros es titular y el equipo se encuentra, en la Liga, en la peor situación de la historia: 15º tras 20 jornadas. Gaspart, que contra el parecer del director general cerró la renovación de Puyol por la friolera de seis millones de euros, empezó a toparse con la realidad: las arcas están vacías. La oposición estima que la deuda del club ha pasado de 83 millones a 180 millones de euros. El deterioro de la imagen durante los últimos meses ha sido ya vertiginoso, especialmente desde que el Madrid visitó el Camp Nou. Gaspart cometió el error de justificar los lanzamientos de objetos -una cabeza de cerdo entre otros- destinados a Figo: "No me gusta que vengan a mi casa a provocarme". El Camp Nou fue clausurado por dos partidos.
A partir de entonces, todo ha ido de mal en peor para Gaspart: acusó a TV-3 de hacerle una encerrona, un grupo de peñas suscribió un manifiesto en el que se pedía su dimisión, se produjeron dos pañoladas en el Camp Nou, hasta el conseller en cap de la Generalitat, Artur Mas, aconsejó en público que destituyera a Van Gaal, el club denegó la posibilidad de una segunda moción de censura contra Gaspart y Salvador Alemany se convirtió en el sexto vicepresidente en dos años y medio que dimitía. El final estaba cercano.
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