La gran reserva estratégica

El consumo de agua en Madrid se ha disparado en los últimos años. El aumento de la superfice edificada, el incremento de viviendas unifamiliares con jardín, la mejora del nivel de vida de las familias (más lavadoras, lavavajillas, más baños por vivienda) y un aumento del consumo por parte de la industria ha hecho que la Comunidad pase en la última década de consumir poco más de un hectómetro cúbico al día a casi dos. Pero los ríos siguen llevando la misma agua que hace 20 años y la capacidad de los embalses no puede crecer.

Por eso, los gestores del Canal de Isabel II han creado la figura de la "reserva estratégica", un gigantesco depósito natural del que echar mano en caso de máxima necesidad. La reserva estratégica de la Comunidad se sustenta sobre dos pilares: el trasvase de Picadas (una conducción que succiona agua del Alberche en caso de sequía) y el gran acuífero terciario de Madrid. El acuífero, de 6.000 kilómetros cuadrados, ocupa parte de las provincias de Guadalajara, Madrid y Toledo (ver gráfico). Almacena unos 300 millones de metros cúbicos de agua (40 veces lo que se almacena en todos los embalses de la región).

Pero la explotación desmedida de este acuífero terciario tiene grandes problemas: está poco estudiado, es muy sensible (las sustancias contaminantes llegan a él con facilidad) y la sobreexplotación puede provocarle daños difíciles de calcular. Por eso, el Canal sólo tira de esta reserva en los casos de máxima sequía.

Pero el contínuo aumento de la demanda "ha hecho", según admite un responsable del Canal, "que la reserva estratégica deje cada vez de ser menos estratégica y se convierta en reserva habitual".

Desde hace una década, el Canal estudia hacer nuevos pantanos fuera de la región, ya que los ríos madrileños no dan más de sí. Pero los problemas ambientales, las críticas de los ecologistas y la falta de cooperación de las comunidades vecinas (ellas pondrían los valles inundados para que Madrid se llevase el agua) tienen estos embalses paralizados.