Guillermo Kuitca instala sus mapas, colchones y teatros en el Retiro
El Reina Sofía organiza una antológica del pintor argentino en el Palacio de Velázquez
Un rectángulo formado por 52 colchones pintados con mapas de todo el mundo es la primera obra del pintor argentino Guillermo Kuitca, de 41 años, que se expone en el Palacio de Velázquez del Retiro madrileño, dentro de la programación del Museo Nacional Reina Sofía. Las imágenes de Kuitca, con interpretaciones artísticas de objetos como camas, mapas, plantas de teatros y edificios, han saltado de Buenos Aires a Nueva York y París. La exposición reúne 205 piezas, entre pinturas, dibujos y una instalación, con las series realizadas entre 1982 y 2002.
Guillermo Kuitca confesó ayer que vivía momentos "excitantes y emocionantes" al encontrarse con las series producidas en los últimos 20 años, reunidas por iniciativa del Museo Nacional Reina Sofía y el Malba-Colección Costantini, de Buenos Aires, con la colaboración de la Fundación Telefónica. Tras su estancia en el Palacio de Velázquez, hasta el 28 de abril, una versión de la retrospectiva se montará en Buenos Aires, donde hace 17 años que no expone.
"En la exposición me he encontrado con obras que no veía en estos últimos 20 años, y otras que se incluyeron en algunas antológicas. Es como encontrarse con viejos amigos y viejos rivales y enemigos. Encontrarse con estas obras es como revisar la propia vida", declaró Kuitca.
En la exposición figura un conjunto de cuadros pintados en 1982 y que se vieron en la galería del Retiro en la feria de Arco de 1987. Desde entonces, la obra del pintor, que ha pasado por el MOMA de Nueva York, el Pompidou y la Fundación Cartier de París, se ha visto en España en una exposición en el IVAM, en 1993, y en otras colectivas, y hay cuadros suyos en las colecciones del Museo Nacional Reina Sofía y la Fundación La Caixa, que figuran en el montaje del Retiro.
"Resulta emocionante ver las obras. Algunas de ellas me recuerdan a un artista tremendamente joven, que quería llevarse al mundo por delante, y en otras veo a un artista desesperanzado, con el que me identifico. Hoy sigo siendo un hombre de ilusión y con desesperanza. Son las sorpresas de encontrarse con uno mismo".
El montaje, planteado por los comisarios Paulo Herkenhoff, conservador del MOMA, y Sonia Becce, experta en la obra de Kuitca, es "suavemente cronológico", según el artista. "Es una cronología contaminada por interrelaciones", añade. Tras la instalación de las 52 camas pequeñas y los colchones pintados de mapas, los grandes espacios del Palacio de Velázquez agrupan los cuadros de las distintas series, con alguna amplitud en años, ya que el artista realiza varios cuadros a la vez y vuelve al cabo del tiempo a otras series anteriores.
La serie más temprana, Nadie olvida nada, es de 1982, y siguen El mar dulce, de 1984; Siete últimas canciones, de 1987; La Tablada Suite, de 1991-1992; Puro teatro (1995-1997); Suite Neufert (1998-1999); L'Encyclopédie, de 2000, y la más reciente, The Ring. "No trabajo todo el tiempo en la misma serie, y algunas de ellas se mantienen paralelamente, al tomarlas y abandonarlas después. El interés de las series es por agotar el material y ver todos los ángulos del tema". En estos ciclos aparece también la tradición judía y su interés por la música.
En opinión del comisario Paulo Herkenhoff, en el proceso de trabajo de Kuitca hay "una circularidad, una continuidad, una manera de cambiar la mirada". "La exposición es un gran desafío. Las imágenes de Kuitca son tan fuertes y la densidad de las series, que se tiene la tendencia a realizar una mirada que se vuelve pobre. Es un pintor joven, pero de larga experiencia, ya que comienza a exponer a los 13 años. Cada obra del pintor pide una mirada sobre su geografía, el gesto, el color, donde un espacio trae la memoria de otros espacios".
Sonia Becce destacó la presencia de un conjunto de piezas que forma un diario visual del artista, donde ensaya formas y colores y al mismo tiempo añade informaciones cotidianas. Para el director del Reina Sofía, Juan Manuel Bonet, las imágenes de los mapas de ciudades, plantas de edificios y teatros barrocos se convierten en universales. "Ya pertenecen a la memoria de nuestra época. Es un pintor de Buenos Aires, que vuelve rápido a su taller, con un mundo especial, enraizado en un paisaje hecho de desarraigo".
Tiempo de crisis
"Maniáticamente vivo en Buenos Aires", dijo ayer Guillermo Kuitca al comentar su presencia en museos y galerías internacionales y su precipitado regreso a su estudio. La crisis política y social de Argentina en los últimos 20 años forma parte del contenido de la exposición, cuya serie de 1982 titula Nadie olvida nada. "La crisis actual en Argentina lleva a la extrema pobreza en que se vive en los últimos años. Hay una contraposición, porque frente a la crisis hay también una enorme riqueza de la vida cultural, y el arte refleja esta creatividad. Soy un privilegiado y sería inmoral decir que me ha afectado en el sentido material. En mi obra la crisis no se refleja de una forma inmediata como causa y efecto, pero quizá dentro de 10 años algunas de las obras que se exponen aquí presenten algunas claves de este periodo de crisis. Ocurre ahora con la serie de 1982, en unos momentos dramáticos para Argentina, que veo algunos aspectos como de un periodo reconstruido. No pinto directamente por vivir la crisis, pero se me cuela dentro".
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