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Tribuna:LA TRAGEDIA DEL TRANSBORDADOR
Tribuna
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El fatal accidente

El 1 de febrero se ha producido el fatídico accidente del transbordador espacial de la NASA Columbia, el primero de su flotilla de transbordadores que hizo su primer vuelo en 1981. Los siete tripulantes del Columbia han muerto en este trágico accidente. Es curioso observar que los únicos tres accidentes con muertes que ha tenido la NASA en su largo historial se han producido en la misma semana, la que está a caballo entre los meses de enero y febrero.

Lo primero que convendría señalar es que este accidente va a tener una repercusión muy negativa no sólo en el programa espacial de la NASA, sino también en el programa espacial del mundo entero. Como consecuencia de lo ocurrido la flota de transbordadores espaciales de la NASA quedará en dique seco hasta que se conozcan y se corrijan las causas de este grave accidente, lo que requerirá entre uno y dos años. Esta flotilla es el principal elemento que se utiliza en la construcción de la Estación Espacial Internacional (ISS), apoyada por los lanzadores Soyuz rusos, que tienen menor capacidad que los transbordadores de la NASA. Es pues inevitable que la ISS quede muy afectada por lo sucedido y hasta entra dentro de lo posible que sea necesario reducir su tamaño y mermar sus características.

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Otro punto importante es indicar que lo sucedido no es un fallo imperdonable de la NASA, que los ha tenido en otras ocasiones. Los transbordadores espaciales son máquinas extraordinariamente complejas que inevitablemente pueden tener fallos de diversa naturaleza y no es posible hacer frente a todas las eventualidades. El que no se arriesga no cruza la mar y la aventura espacial está plagada de riesgos, no hay que escandalizarse porque de vez en cuando ocurran accidentes como los que ocurren.

¿Qué es lo que ha podido suceder en este caso concreto? El transbordador Columbia llevaba 16 días en órbita y había realizado su misión con toda normalidad. Cuando se disponía a regresar a tierra tiene que realizar una maniobra extraordinariamente arriesgada, la reentrada, que consiste en reducir su velocidad desde 28.000 kilómetros por hora hasta unos 500 kilómetros por hora. Como el transbordador no lleva motores de frenado porque eso obligaría a transportar una gran cantidad de combustible, realiza un frenado aerodinámico, chocando "de panza" con las capas altas de la atmósfera. Esto eleva enormemente la temperatura de la panza del transbordador, que alcanza hasta cerca de los 2.000 grados centígrados. Para poder soportar esta temperatura el transbordador tiene protegida su panza, que incluye la parte inferior de las alas, con 30.000 losetas térmicas construidas de un material cerámico que puede resistir esa temperatura.

Las cámaras de televisión que graban todos los pormenores del lanzamiento detectaron que en esos momentos algo se desprendió del morro del tanque externo de combustible del transbordador. Este algo pudo ser trozos de hielo o parte del recubrimiento térmico que protege este tanque, ya que en él se transporta combustible criogénico. Este algo que se desprendió chocó con los bordes del ala izquierda del transbordador. Los expertos evaluaron este incidente y llegaron a la conclusión de que los datos producidos en ese ala no deberían haber sido importantes. Es posible que esta evaluación no fuera correcta y que algunas de las losetas térmicas que protegen este ala se desprendieran y que como consecuencia de ello no pudiera resistir las altas temperaturas durante la reentrada, lo que pudo originar la explosión del Columbia. Esto es sólo una hipótesis que deberá ser investigada cuidadosamente antes de atribuir a este incidente las causas del grave accidente. Conviene indicar que aunque los expertos que evaluaron esta situación hubieran llegado a otra conclusión creo que no podría haberse hecho nada, ya que en vuelo no se pueden reponer ni reparar esas losetas térmicas.

Luis Ruíz de Gopegui es experto en temas espaciales. Ha trabajado 30 años en la NASA.

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