Después de la tragedia
El presidente Bush se ha comprometido a mantener el programa espacial norteamericano, pero de momento los técnicos han decidido suspender todas las misiones previstas hasta averiguar las causas que motivaron la desintegración de la nave Columbia al regresar a la atmósfera tras 16 días en el espacio exterior. Ello afectará inevitablemente a todos los programas, y muy particularmente a los que tienen su centro en la Estación Espacial Internacional.
La moratoria que siguió al estallido del Challenger, en 1986, en el que también perecieron siete astronautas, fue de 32 meses. Pero en aquella ocasión la investigación reveló que detrás de los fallos técnicos había serios problemas de gestión que habían afectado a la seguridad. La doble investigación ahora anunciada, la interna de la NASA y otra a cargo de una comisión independiente, tendrá que responder no sólo a la causa inmediata del desastre, sino por qué no se detectó.
En marzo pasado, un informe del Consejo para la Seguridad Aeroespacial, formado por técnicos independientes, advirtió del envejecimiento del Columbia, y denunció en particular los aplazamientos de programas previstos de "mantenimiento y mejora de las estructuras". "Mi instinto me dice que el actual enfoque [de la política espacial] siembra las semillas de un peligro futuro", aseguró, un mes más tarde, el presidente de ese consejo, Richard Blomberg, al presentar su dimisión. El nudo de intereses públicos y privados en torno a los programas espaciales ha impedido a veces separar el grano de la paja respecto a los riesgos reales. Algunos sectores sostenían que se estaba exagerando a fin de forzar incrementos presupuestarios. Ahora se verá si esa suspicacia tenía fundamento.
La moratoria afectará al proyecto de la Estación Espacial Internacional (EEI), en la que hay actualmente dos astronautas estadounidenses y un ruso. Su avituallamiento tendrá que correr a cargo de las naves rusas en exclusiva, lo que cambiará las prioridades. Es más que probable que se anulen viajes no esenciales, como el previsto para abril y en el que iba a participar el español Pedro Duque. La estación internacional es un proyecto ideado por la Administración de Clinton para mantener controlados y en activo a los científicos ex soviéticos, que, sin ese proyecto, habrían quedado cesantes y eventualmente a disposición de Estados poco de fiar. Ahora serán esos científicos los que aseguren la continuidad del proyecto.
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