Emigrar evitando la patera
Un visado europeo puede cambiar la vida a un marroquí. Le permite salir de su país cómodamente, evitando los riesgos de un viaje en patera, como los que, frecuentemente, llenan de cadáveres las costas andaluzas o canarias. Y, si en el país en el que se instale clandestinamente al finalizar el plazo de validez del visado, se lleva a cabo una regularización de inmigrantes, puede además esgrimirlo para demostrar con el sello de entrada que lleva meses o años allí afincado.
Un visado irregular de turista cuesta, por tanto, más caro que un viaje en patera hasta España o, por poner otro ejemplo nada infrecuente, desde Túnez hasta Sicilia. La prensa marroquí indica que los visados de Schengen se cotizan entre 3.500 y 6.000 euros. Empleados o funcionarios de consulados europeos caen, por tanto, con cierta frecuencia en las redes de las mafias locales.
El último en ceder, presuntamente, a la tentación fue Jacques Huygen, cónsul general de Bélgica en Casablanca, llamado a Bruselas en noviembre después de que el Ministerio de Asuntos Exteriores de su país hubiese recibido "algunas alegaciones relacionadas con prácticas irregulares en materia de visados", según explicó, en vísperas de Navidad, Patrick Herman, portavoz ministerial. "Hay una treintena de visados cuya regularidad ha sido puesta en tela de juicio", añadía Herman.
Camino a la prostitución
Las beneficiarias marroquíes de esos documentos de viaje fueron, según la prensa belga, jóvenes mujeres que viajaron a Bélgica para prostituirse. Los resultados de la investigación interna serán trasladados a la fiscalía de Bruselas, concluyó el portavoz.
Los empleados consulares españoles tampoco han resultado inmunes. En marzo de 1994 el cónsul de España en Tánger, Pablo Bravo, despidió a ocho de sus empleados por "soborno, estafa y abuso de poder en ejercicio de su cargo" y les denunció ante la justicia marroquí. Hasta ahora, sin embargo, ningún diplomático había aparecido presuntamente involucrado en un tráfico de visados.
Otras muchas veces los aspirantes a emigrar no consiguen el visado corrompiendo, sino recurriendo al ingenio. Un grupo de amigos de Ujda, en el noreste de Marruecos, fundó un club de rugby bautizado la Estrella de Ujda. Sólo existía en el membrete de las cartas que remitieron a decenas de equipos en Francia para que les invitaran a jugar partidos amistosos. Uno de estos clubes, el Sporting Club de Graulhet, picó y, con la invitación en la mano, los 23 amigos obtuvieron visados del consulado francés en Fez. Ni que decir tiene que ninguno de presentó después a jugar en el estadio de Graulhet.
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