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Reportaje:

"Sondeos bajo sospecha"

Las encuestas del Gobierno catalán acumulan desde hace años "errores involuntarios" que favorecen al 'conseller en cap'

No existe en Cataluña ningún instituto público equivalente al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), y Line Staff se ha convertido, de hecho, casi en el CIS del Gobierno catalán. Las posibilidades para acceder a la información completa de los sondeos son, no obstante, mucho más limitadas y los continuos "errores involuntarios" cometidos en los últimos años motivan serias desconfianzas hacia las encuestas de opinión que la Generalitat encarga periódicamente a Line Staff.

El Gobierno de CiU envió en 2001 las tablas de una encuesta con datos falsos (véase EL PAÍS del pasado sábado) que beneficiaban al conseller en cap, Artur Mas, que es quien presenta públicamente los resultados, y perjudicaba a sus rivales políticos. Las valoraciones de los socialistas Pasqual Maragall y José Montilla, y del democristiano Josep Antoni Duran, que aspiraba a encabezar la lista de CiU en las autonómicas, fueron rebajadas sólo unos días antes del nombramiento de Mas como conseller en cap.

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En realidad, la sombra de la sospecha sobre los barómetros del Ejecutivo catalán arranca de antes. Varios ejemplos confirman estas dudas.

- Capítulo oculto. En julio de 1999, en vísperas de las elecciones autonómicas, Line Staff entregó una encuesta con una muestra de 1.900 personas. El estudio remitido al Parlamento contenía las preguntas habituales, pero el Ejecutivo catalán pagó por la encuesta más de 20 millones de pesetas, con lo que duplicaba los precios de mercado: el último sondeo entregado recientemente a la Cámara tiene una muestra de 2.000 personas y ha costado sólo 9,46 millones de pesetas (56.914 euros).

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En realidad, la encuesta de julio de 1999 contenía más preguntas que las habituales: incluía cuestiones directamente políticas, que inicialmente se ocultaron a la Cámara. Tras la difusión de los resúmenes, el Ejecutivo catalán está obligado por ley a remitir una copia al Parlamento y otra al Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat). El Gobierno catalán eliminó del resumen público y del material enviado al Parlamento un capítulo entero del trabajo, titulado Ambiente electoral. En cambio, en el material depositado ante el Idescat sí constaba dicho capítulo.

Cuando los socialistas descubrieron las diferencias, interpelaron por escrito al conseller en cap del Gobierno catalán, Artur Mas, del que dependen los sondeos. "No tenemos constancia de ninguna diferencia entre el ejemplar enviado al Idescat y el remitido al Parlamento", respondió por escrito el 17 de mayo de 2001 al diputado socialista Miquel Iceta, que junto con el republicano Joan Ridao es quien ha impulsado más iniciativas para controlar las encuestas encargadas por el Ejecutivo. Al final, el Gobierno catalán acabó reconociendo la realidad y atribuyó la omisión a un "error". El material enviado inicialmente a la Cámara fue retirado y el Ejecutivo entregó la encuesta completa.

- Coincidencia casi imposible. El siguiente barómetro presentado agrandó la sombra de la sospecha. La Generalitat volvió a pagar la encuesta -también con 1.900 entrevistas- por encima del precio de mercado: 14,6 millones de pesetas. Y pese a que ésta se realizó el mes anterior a las autonómicas no se divulgó ningún dato electoral.

Sorprendentemente, en aquellos días Convergència i Unió (CiU) dio a conocer una encuesta elaborada también por Line Staff que incluía una proyección de escaños. Las fichas técnicas de las dos encuestas, elaboradas por la misma empresa, se parecen como dos gotas de agua: ambas tienen 1.900 entrevistas y la misma distribución territorial: 400 entrevistados de Girona y Tarragona, 300 de Lleida, 280 de la ciudad de Barcelona, 220 de su área metropolitana y 300 del resto de comarcas de Barcelona. La única diferencia es que el trabajo de campo de la encuesta de la Generalitat se realizó el 6 y 7 de septiembre y la de CiU, una semana después. Es habitual emplear más de una semana en la recogida de datos de encuestas de estas dimensiones.

- Maragall, ausente. Otra omisión curiosa y acreditada fue la valoración del líder socialista, Pasqual Maragall, antes de que anunciara su candidatura a la presidencia de la Generalitat de 1999. Line Staff preguntaba habitualmente por él, pero cuando el Gobierno difundía sus resúmenes, lo ocultaba.

La argucia se puso de manifiesto en el momento en que empezó a incluirlo: su primera aparición oficial ya se acompañaba de la evolución de sus valoraciones precedentes, una prueba inequívoca de que anteriormente Line Staff preguntaba por el líder socialista. También en respuesta parlamentaria, Artur Mas lo consideró una "omisión involuntaria". "Ni el Gobierno de la Generalitat ni la empresa encargada de la realización de las encuestas han ocultado ningún dato. Si no salía la valoración de Maragall, debe atribuirse a una omisión involuntaria", escribía Mas en marzo de 2001.

- Duran, a la baja. Estas muestras tienen todavía otra repercusión, que afecta a Convergència i Unió: Artur Mas consigue en los sondeos de Line Staff sus mejores valoraciones y el grado de conocimiento más elevado. Para su correligionario Josep Antoni Duran, que aspiraba también a relevar a Jordi Pujol, el efecto es exactamente el contrario: en ningún otro lugar sale tan mal parado. Sólo en los sondeos encargados por Convergència Democràtica (CDC) y por la Generalitat el conseller en cap obtiene mejores valoraciones que Duran.

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