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Columna
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Cosecha

Ha publicado la Fundación La Caixa un informe en el que la Comunidad Valenciana no sale favorecida. En el reciente Anuario Social de España, ocupa la Comunidad los últimos lugares en oferta sanitaria, en educación, en seguridad y medio ambiente, y no sé si en algún otro punto más. Ya está bien para quien presumía de ser, hasta ayer mismo, la envidia de las demás regiones. Claro que esta afirmación, que hemos escuchado tantas veces, la hacían en exclusiva nuestros gobernantes.

Ante esa publicidad, he aguardado con impaciencia, durante varios días, las palabras del señor Font de Mora, o las del diputado Maluenda. Esperaba que, en un momento u otro, estos señores saldrían denunciando, con su voz tronante, alguna confabulación contra los valencianos. Sin embargo, nada de ello se ha producido, y este silencio elocuente me ha decepcionado. ¿Cómo es posible que, tras varios años de ser pioneros en un sinfín de proyectos y de estar a la vanguardia de las regiones europeas, nos encontremos ahora en el pelotón de los torpes? ¿Qué clase de carrera hemos hecho?

Si para los valencianos, en general, los datos del anuario han supuesto un desengaño, para los alicantinos han resultado doblemente decepcionantes. Entre las provincias valencianas, Alicante se sitúa invariablemente en el último lugar. Sea en servicios sanitarios, en educación, en seguridad, en índice de renta, siempre encontramos a la provincia de Alicante en la cola de la Comunidad. ¡Nosotros, que soñábamos con ser la California de Europa! Tampoco, en este caso, se ha producido ninguna declaración. Ni uno sólo de nuestros boyantes alcaldes -pienso en Hernández Mateo, en Pérez Devesa, en Díaz Alperi-, ni de nuestros diputados, ningún dirigente empresarial ha dicho una palabra sobre el asunto. El informe no ha existido para ellos.

Es posible que si los millones de euros que hemos enterrado en Terra Mítica, en la Ciudad de la Luz, o en lujosos balnearios diseñados por Toyo Ito, los hubiéramos invertido en educación o en sanidad -por no decir en investigación, que eso sí me parece una quimera- la Comunidad Valenciana hubiera mejorado bastantes puestos en ese Anuario Social. Sin embargo, es probable que, al actuar de esa manera, nuestro Gobierno no hubiera disfrutado de tantos titulares en la prensa. Y nuestro Gobierno sabe que la mejor política es un buen titular de periódico.

Cuando miramos hacia los años pasados, advertimos que la preocupación de nuestros gobernantes no ha sido tanto gobernar bien, como convencernos de que gobernaban bien. Ésa ha sido su principal inquietud, a la que se han entregado en cuerpo y alma, desde el presidente y los consejeros hasta el último miembro del Consell. El éxito de esa política, seguida a rajatabla, ha sido incuestionable. Como se manifiesta hoy en las encuestas, un gran número de ciudadanos está convencido de que las cosas se han hecho en la Comunidad Valenciana de la mejor manera posible. ¿Se hubiera llegado a ese punto con unas políticas más sociales? Desde luego que sí. Pero no creo que, en ese caso, al Gobierno le hubiera resultado tan rentable.

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