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Aulas

"Señor Bush, no me defraude"

Escolares de Sevilla celebran el Día de la Paz redactando cartas contra la guerra en Irak

Son una veintena y rondan los ocho años, pero pese a su corta experiencia vital todos tienen muy claro que los problemas no se pueden solventar a golpes. Esto es lo que los alumnos de 3º B del colegio público Juan XXIII de Sevilla han aprendido en el patio de su colegio a la hora de arreglar sus rencillas y lo que pretenden enseñar a dos de los personajes que más titulares han acaparado en los últimos meses: George W. Bush, presidente de los Estados Unidos, y Sadam Husein, presidente de Irak.

Ambos dirigentes, de los que apenas si tenían conocimiento hasta que la "tele" comenzó a nombralos a diario, se han convertido en los sujetos de una experiencia educativa con la que estos escolares pretenden celebrar el Día de la Paz, que se celebra el próximo jueves.

"La idea inicial era que cada alumno redactara una carta para Bush y otra para Sadam conminándolos a que renunciasen a sus planes de guerra y tratasen de arreglar sus problemas mediante el diálogo", explica Joaquina González, profesora de primaria del Juan XXIII. "Pensamos en enviar todas las cartas a las embajadas de ambos países, pero luego decidimos que era mejor redactar una carta conjunta para ambos dirigentes en señal de rechazo a la guerra", añade Joaquina. Lo cierto es que esta iniciativa pacifista caló pronto entre estos alumnos de primaria. Cada uno asumió la redacción de estas cartas como si de ello dependiera el evitar que estalle una nueva escalada bélica en el Golfo. La mayoría, empujados por esa mezcla de vitalidad e inocencia propia de su edad, no dudaron en hacer partícipes de esta actividad a sus padres, a quienes recurrieron para que les escribiesen bien el nombre de los destinatarios o, como explica su profesora, para debatir con ellos acerca de los motivos que han provocado esta situación prebélica.

Palabras como guerra, petróleo, hambre, miseria o muerte aparecen enfrentadas con otras como solución, diálogo, madres, hijos, huérfanos o amigos en unos ejercicios que reflejan la lógica aplastante de quien no es capaz de entender el fragoso interés de dos "señores" por llevar a sus países a la guerra en vez de tratar de arreglar las cosas conversando, como ellos hacen cuando surgen rencillas en clase o a la hora del recreo. "Señor [Bush], por favor, hable usted con Irak, pero no haga lo que yo, que a veces me peleo y luego hablo, si no lo contrario. No haga la guerra porque eso es lo más malo que puede hacer. Y esto se lo dice una niña de 8 años que se llama María Teresa y que no cree que usted sea capaz de cometer esta estupidez. Piense en toda la gente que moriría. Hágame caso, piense mucho en lo que le digo y no me defraude", solicita María Teresa en su misiva a Bush.

Más lacónica, pero incisiva, se muestra su compañera Joana Rosado en su carta a ambos dirigentes. Economizando palabras, Joana ha preferido redactar una sola carta que culmina con una pregunta abierta: "¿Seguro que queréis que los niños recién nacidos y los más grandes se mueran?".

Pero las cartas no sólo contienen mensajes exhortando a ambos presidentes a que detengan el previsible conflicto que se avecina, si no que también incluyen consejos encaminados a calmar los encrespados ánimos de ambos dirigentes. "Cambiad las bombas por flores", apunta Mercedes; "Repartíos el petróleo y hablad, que os aseguro que es mucho mejor que hacer la guerra", señala Cristina en su misiva.

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