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Columna
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Y todo a media luz

Entre los 50 cuadros de pintores españoles, procedentes del Museo Nacional de La Habana, que se muestran en la sala de la Caja Vital de Vitoria, destacan, entre otros, varios de Zuloaga, Sorolla, Anglada Camarasa y Santiago Rusiñol. Hay dos paisajes densos, melancólicamente simbolistas, más uno aéreo, de la luminosa Mallorca, bajo la firma de Rusiñol. Por parte de Anglada Camarasa se alza potente el modernismo que atesora la obra titulada La valenciana de las rosas. De Joaquín Sorolla, aue participa con 14 óleos, sobresalen las dos niñas, la del mar Mediterráneo y la tenebrista de las uvas, además de la soltura vigorosa impostada en los paisajes referentes a la recogida de naranjas y a la Alhambra granadina. Ignacio Zuloaga contribuye con ocho obras, de las que cabe considerar como más logradas los retratos titulados Rosita, el pintor Pablo Uranga y Mi prima Esperanza...

La obra del pintor sevillano Gonzalo Bilbao, Toreros en la capilla de la plaza, también merecería considerarse con buena nota, claro que a condición de significar que ese óleo debe demasiado tanto a Goya como a sus seguidores Lucas y Alenza...

Lo contado hasta aquí sobre las obras quecomponen la exposición viene precedido de un esfuerzo casi adivinatorio, debido a la infausta ocurrencia de no se sabe quién empeñado en iluminar las obras con un foco dirigido al centro de cada pieza. Quiere decirse que un haz de luz obliga a que se pose la mirada del espectador en las zonas centrales del cuadro, dejando el resto sumido en una vaga penumbra.

El hecho de llevar los lumines únicamente a las partes centrales es desconocer que una obra es un compuesto total. Cada centímetro de óleo, por más que se aloje en un rincón perdido, está irrefrenablemente relacionado con los demás centímetros que conforman un todo. Al destacar una determinada zona del cuadro se está rebajando el valor de las demás zonas, al tiempo que se muestra una toma parcial como si fuera un todo, sin que lo sea. No hará falta recordar que nunca una parte puede asumir la hegemonía de la totalidad.

Al salir en defensa de esa totalidad, sugerimos que se subsane ese error, en especial porque todavía la exposición permanecerá abierta al público tres semanas más.

Es una lástima que una muestra que ha recorrido tantísimos kilómetros, en la que se ha editado un catálogo bien razonado por Manuel Crespo, consevador del museo habanero, no pueda contemplarse con normalidad, porque un escamoteo absurdo, en forma de foco único, llegue a impedirlo en su plenitud.

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