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DESAPARECE EL GRAN PATRÓN DE ITALIA
Columna
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Donde hay patrón...

En 1975, Susanna Agnelli -Suni la llamaban en familia- publicó un libro, que fue un best seller en Italia, titulado Vestíamos de marinero [en España apareció al año siguiente en Grijalbo-Mondadori: se hicieron un par de ediciones, no se ha vuelto a reeditar]. La hermana del patrón de la Fiat, que fue senadora (1983) y ministra de Asuntos Exteriores en los Gobiernos Craxi (1986-87), De Mita (1987-89) y Andreotti (1989-91) y más tarde decisiva impulsora del ingreso de Italia en el Tratado de Maastricht, describe con finísima pluma en ese libro la infancia, adolescencia y primera juventud de los hermanos Agnelli, hasta que ella se casa con Umberto Rattazzi al final de la guerra.

Los niños Agnelli vestían siempre con traje marinero: azul oscuro en invierno, azul y blanco en la media temporada y blanco en verano. En la cinta de la gorra llevan escrito el nombre de una fragata de la flota británica, como británica era la institutriz que muy pronto le hizo saber a Suni: "Don't forget you are an Agnelli". Veraneaban en la costa toscana, en Forte dei Marmi, donde el sol enciende el Tirreno al caer la tarde. La madre se enamoró del escritor y periodista Curzio Malaparte, confinado allí por Mussolini, una tarde en la que éste paseaba bien trajeado y guapo por la playa. Corría 1935, Suni contaba 13 años.

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Al final de las vacaciones en Forte dei Marmi, el padre cogió un hidroavión -motor Fiat- y amerizó en el puerto de Génova, donde tenía previsto seguir ruta hacia Turín en automóvil. Pero el aparato chocó contra un tronco flotante y capotó. Agnelli padre murió golpeado en la cabeza por las aspas de la hélice. Tenía 43 años.

El abuelo de Suni y Gianni, Il Senatore, que en el libro nunca aparece como fundador de la Fiat, consiguió retirar a la madre la patria potestad por su idilio con Malaparte, pero ésta, bellísima e impetuosa mujer, consiguió hacerse con la complicidad de Mussolini: pleiteó, ganó y los hijos se fueron a vivir con ella a Roma (Rosa Regàs ha contado en Luna lunera una historia parecida, a escala burguesía catalana). En la capital, los chicos se hicieron amigos del anglófilo Conte Ciano: eso le costó la vida. Suni se lo había advertido.

La guerra. Gianni luchó en Túnez y recibió una condecoración al valor. Suni trabajó como enfermera. Los dos hermanos trataban de cruzar las líneas a bordo de un automóvil que conducía como un loco un oficial alemán en fuga. El accidente destrozó el pie de Gianni. Lograron llegar a Florencia y allí les pilló la entrada de los partisanos. Fueron de inmediato aceptados por la Resistencia. No en vano el abuelo había abominado sin disimulo de las camisas negras...

La historia de Gianni Agnelli es la del impegno con la industria. En Italia el compromesso storico no se firmó nunca para formar Gobierno. Se firmó en la Fiat, entre patronal y sindicatos. Y en la cultura. Agnelli, como Leonardo Sciascia o Italo Calvino, pertenece a la estirpe de las grandes referencias morales de un país. Ha muerto con un consejo de administración pendiente en la agenda. Los capitanes de verdad nunca abandonan el puente de mando.

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