Redada policial en la mezquita de un imam radical de Londres
Indignación de los musulmanes por la operación antiterrorista
Reino Unido parece haber empezado la guerra por su cuenta. Por unos momentos, mientras varios helicópteros, decenas de furgonetas y 150 oficiales de las fuerzas antiterroristas, ariete al hombro, asaltaban ayer de madrugada una de las principales mezquitas de la capital, parecía que los británicos habían confundido Londres con Bagdad. Pero las fuerzas asaltantes no detuvieron al Sadam Husein de Finsbury Park.
Se trata del aparatoso, tuerto y dos veces manco clérigo fundamentalista Sheikh Abu Hamza. La policía británica no parece tener medida. Hace cuatro días murió de una puñalada en el pecho un policía que participaba desarmado en la detención de cuatro presuntos terroristas norteafricanos. Ayer, y quizás por lo de la semana anterior, montó un dispositivo de guerra para entrar en un recinto sagrado.
A ojos de muchos de los cientos de miles de musulmanes británicos, su irrupción reventando puertas y ventanas a las dos de la mañana fue una provocación. "Aquí no hay terroristas, sólo refugiados", clamaba en los aledaños de la mezquita de Finsbury Park un joven llamado Ahmed. Uno de tantos testimonios difundidos ayer por los medios. "Durante la larga campaña contra el IRA nunca se ha tomado ninguna iglesia", se quejaba Ghaya Suddin Siddiqui, líder del Parlamento Musulmán de Gran Bretaña.
Pero la policía asegura que hizo todo lo posible para no ofender a los creyentes y que nunca pisó la zona dedicada a la oración. Y, sobre todo, relaciona a los detenidos (seis norteafricanos y un europeo del Este de 22 a 48 años) con el caso de la ricina, que empezó en un barrio muy cercano, también al norte de Londres.
La policía, que no buscaba ricina, pero que se llevó ordenadores, ficheros, una pistola y un bote de gas lacrimógeno cree que los locales de la mezquita han sido utilizados para reclutar a terroristas que en ocasiones han acabado en las filas de Al Qaeda.
Por allí ha pasado Richard Reid, el hombre que quiso derribar un avión con una bomba oculta en su zapato. Y también Zacharias Moussaoui, un adolescente del sur de Londres que se acercó por Finsbury Park al abrazar la religión musulmana.
La mezquita, una de las mayores de Londres, con un recinto para la oración que puede acoger a 2.000 hombres y 100 mujeres, hace mucho tiempo que pasa por ser un club de fans de Osama Bin Laden. Por lo menos esa fama tiene el hombre que la controla, el imam Sheikh Abu Hamza, un egipcio que lleva 20 años en el Reino Unido y del que se dice que perdió un ojo y las dos manos cuando intentaba desactivar una mina rusa en Afganistán. Pero la policía sólo le buscó las cosquillas una vez, en 1999.
Sus violentas soflamas, considerando legítimo el ataque a las Torres Gemelas y afirmando que cada judío es una diana en potencia, jamás han merecido una investigación. El instrumento elegido para deshacerse de él sin que parezca una purga ha sido la Charity Comission, organismo del que depende la mezquita al estar registrada como entidad benéfica. La Charity Comission prohibió en abril al imam que ejerciera tareas eclesiásticas debido a sus soflamas políticas.
El imam ha dicho que antes renunciará a su libertad que a su palabra, y la Charity Comission ha ordenado su expulsión en un plazo que acaba esta medianoche. La policía jura que el asalto a la mezquita y la expulsión de Abu Hamza no están relacionadas.
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