Están todos
Trabajó a destajo san Prudencio durante todo el fin de semana y finalmente el Tau defenderá su título copero en Valencia. Era la gran duda a resolver y, ciertamente, el patrón de Álava no lo tuvo fácil. Primero, y sin que estuviese previsto, debió ocuparse directamente de sus chicos, que corrieron un grave peligro de no cumplir con la primera y más importante condición para lograr la carambola: ganar su partido frente al Breogán.
Suele pasar. Tanto elucubrar sobre lo que deben y no deben hacer los otros que te olvidas de tu propia tarea. También es asunto habitual que, de tanto marearla con estas cosas, de tanto analizar posibilidades y sus consecuencias, puedas llegar incluso a ver fantasmas. Que si a tal equipo no le interesa ganar al otro porque así echa al de más allá. Que si cómo es posible que no se jueguen todos los partidos a la misma hora. Que si es mejor para la ACB que vaya a la fase final de la Copa fulanito y no menganito, que tiene menos nombre. En fin, cháchara de origen variado de sobra conocida -lo del Mundial de Indianápolis y los cruces de cuartos de final llegó a la auténtica paranoia- que llena hueco durante la semana para que luego lleguen los partidos y de todo lo dicho..., pues nada.
Cada uno va a ganar sus partidos sin mirar sus efectos sobre el futuro o sobre terceros equipos, como volvió a demostrar unas cuantas horas después el Barça también bajo la mirada atenta de san Prudencio, que no llegó a intervenir porque para eso está Bodiroga. Hizo casi todo bien el Lucentum, sobre todo en cuestiones de fe, pues fue a Barcelona creyéndose capaz de dar la campanada, pero se estrelló, como muchos antes, en esa capacidad inigualable que tiene el yugoslavo para convertir en añicos el siempre bonito sueño de ganar en el Palau.
Se está poniendo complicado eso de ganar fuera de casa por un par de puntos. Le fue imposible al Breogán en Vitoria, al Lucentum en Barcelona, al Tau en Madrid la semana pasada, al Joventut en el Palau hace bien poco o al Estudiantes en Málaga en esta misma jornada, donde le sacaron a guantazos en el ultimo cuarto. La dinámica suele repetirse con gran frecuencia. El equipo visitante domina hasta los últimos minutos donde los locales sacan el hacha defensiva e igualan el partido, que se decide en un par de jugadas donde, sin poner en duda su buena fe, los árbitros tienden una mano, probablemente involuntaria, pero casi siempre en la misma dirección, al equipo anfitrión.
El caso es que, entre unas cosas y otras, el Tau se salvó de la quema, el Anaucable es el invitado sorpresa, el Joventut se lo ha ganado a pulso y, finalmente, están todos los que son y son todos los que están. Se acerca la Copa. ¡Qué bien!
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