Empresarios próximos al antiguo número dos acusan de traición al secretario del PP gallego, Jesús Palmou
La declaración de guerra llegó ayer desde Lalín (Pontevedra), el pueblo natal de Xosé Cuiña, donde permanece recluido y parapetado en el silencio desde que Manuel Fraga le forzase a dimitir el pasado jueves. La Asociación de Empresarios del Deza, la comarca de la que Lalín es capital, hizo público un comunicado para asegurar que la "dimisión o cese del señor Cuiña ha sido una traición del señor [Jesús] Palmou". El presidente de la agrupación empresarial es José Ramón González, que ocupa la gerencia de Metaldeza, una de las empresas en las que participa la familia de Cuiña.
Los empresarios aseguran tener constancia de que Fraga almorzó con el secretario general del PP gallego el pasado jueves, apenas un par de horas antes de que el presidente de la Xunta comunicase a Cuiña que ya no contaba con él. El consejero de Política Territorial y Obras Públicas recibió una llamada de Fraga, poco antes de las cuatro y media de la tarde, convocándole a su despacho. Y allí mismo le forzó a dimitir blandiendo la noticia de que una de las empresas de la familia Cuiña había vendido material por valor de 42.000 euros destinado a la limpieza de la costa afectada por la marea negra, que acababa de difundir la Cadena SER.
Los empresarios del Deza defienden la versión del defenestrado número dos de Fraga de que las sociedades de su familia no obtuvieron ningún beneficio de la operación, porque, según ellos, se limitaron a ceder el material a precio de coste a otra firma del sector que se lo había pedido. Y aseguran que la familia Cuiña donó 17 contenedores para recoger chapapote.
Las alusiones a la "traición" de Palmou se basan en la antigua amistad que le unía al consejero destituido. Compañeros de clase en el bachillerato, Palmou hizo su carrera política a la sombra de Cuiña y en 1999 fue el designado por Fraga para sustituir a su número dos en la secretaría general del PP gallego.
Desde entonces, Palmou, un hombre de modales discretos y talante conciliador, trató de mejorar las relaciones con la dirección nacional del PP, a la que incomodaba el modo en que Cuiña había dirigido el partido sin rendir cuentas a Madrid. Palmou acabó aproximándose a otra persona a la que le unía una vieja relación, Mariano Rajoy, eterno antagonista del aspirante a suceder a Fraga.
Nada más concluir su entrevista con Fraga, el pasado jueves, Cuiña se fue a su casa de Lalín sin detenerse siquiera en su despacho. El ex consejero no ha vuelto a aparecer en público desde entonces. Según fuentes próximas a él, en los últimos días ha recibido la visita de destacados dirigentes del partido para estudiar sus planes más inmediatos.
Las mismas fuentes revelaron que Cuiña va a solicitar a Fraga una nueva entrevista para exponerle su convicción de que ha sido traicionado. "Esto no ha hecho más que empezar", advirtió ayer una persona muy próxima al ex consejero, que no parece dispuesto a renunciar a su posición en el partido sin plantear batalla.
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