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Reportaje:LOS DISTRITOS, UNO A UNO

Esplendor aeroportuario y estrecheces vecinales

La popularidad de Barajas perjudica a sus habitantes, que carecen de comisaría y centros culturales

El nombre de Barajas se conoce en el mundo entero. Cada año pasan por este distrito millones de visitantes y en su territorio se fraguan negocios millonarios. Pero los vecinos de los cinco barrios que integran Barajas no se empapan de este cosmopolitismo. Las grandes instalaciones asentadas en el distrito, que son el aeropuerto, el recinto ferial Juan Carlos I y numerosos campos de golf, son las que hacen que el nombre de Barajas suene más en Nueva York que en el propio Madrid, según los concejales del PSOE e IU. Y mientras que el distrito cobra fama allende los mares, los 37.600 habitantes que residen en Barajas comprueban con envidia que es más fácil llegar desde Barcelona a Madrid que desde la puerta de casa a la calle de Diego de León. Y se identifican más con la avenida de América que con el barrio colindante. Esta escasa relación entre vecinos de un mismo territorio tiene una explicación clara, según el concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Eugenio Morales: "La Alameda de Osuna, Corralejos, Timón, Casco Histórico y Aeropuerto son los cinco barrios que componen Barajas, pero están muy divididos porque les separan las grandes instalaciones ajenas".

Los altos precios de los pisos expulsan de la zona a los hijos de la clase trabajadora
La Alameda de Osuna reivindica la apertura de una boca de metro en el barrio

El concejal del distrito, Tomás Serrano, del PP, lo reconoce: "No hay continuidad entre barrios, sino una gran separación física porque las dos terceras partes del territorio están ocupadas por el aeropuerto". El presidente de la Asociación Familiar de Vecinos de la Alameda de Osuna (AFAO), Andrés Martínez, añade que las carreteras M-40, A-10 y las avenidas de Logroño y la Hispanidad también se han convertido en muros que impiden la comunicación entre los vecinos. Esta falta de cohesión se agrava con los problemas de transporte que sufren los cinco barrios, según PSOE, IU y las asociaciones vecinales. "Toda la movilidad discurre por la carretera Nacional II, que siempre está colapsada", dice Morales. "Y sólo un 20% de la población del distrito tiene acceso al metro", apunta Martínez, "de ahí que la Alameda de Osuna, que es el barrio más grande del distrito, sea uno de los que tiene el mayor número de automóviles por habitante de todo Madrid", añade el representante de IU, Gerardo del Val.

La única forma de solucionar el problema, según los afectados, es la instalación de una boca de metro que preste servicio a los casi 20.000 vecinos de la Alameda de Osuna. Así lo han pedido por carta, con firmas y manifestaciones. En octubre pasado, por ejemplo, miembros del colectivo vecinal AFAO entregaron 10.000 firmas al presidente regional Alberto Ruiz-Gallardón con las que exigían la ampliación de la línea 5 del metro, desde Canillejas hasta su barrio. "Ese proyecto está en estudio", tranquiliza el concejal del distrito, Tomás Serrano, que resta importancia a los problemas de comunicación. "Hay una boca de metro en la avenida de Logroño y tenemos la línea de autobuses 115, que deja a los vecinos en Diego de León; también la 112, que une todo el distrito con Mar de Cristal, y acabamos de estrenar la línea 151, desde el barrio de Coronales hasta Canillejas", apunta el edil.

Muchos vecinos optan por el transporte privado para salir del distrito, "lo que causa una gran densidad de tráfico y la consiguiente contaminación acústica y atmosférica", según el presidente de AFAO. "Por un lado, está la saturación de coches que a diario entran y salen del aeropuerto, los recintos feriales y los campos de golf y, por otro, está la dependencia que los vecinos tenemos de nuestro propio vehículo, porque no hay muchos más medios de transporte para moverse", aclara Andrés Martínez. Y ese problema genera otro: que esos coches hay que estacionarlos en algún sitio. "Hace 25 años decíamos que en la Alameda de Osuna sobraban 2.000 viviendas según estaba hecho el trazado de las calles, y ahora tenemos 3.000 pisos más", explica Martínez. "El problema es que las calles se hicieron estrechas porque en sus orillas se iban a construir chalés, pero después se han levantado torres de ocho y nueve alturas, y las calles se han quedado ridículas para albergar un parque automovilístico tan amplio", sostiene. Sin embargo, el ruido y los humos de los tubos de escape de los vehículos se quedan acallados por el rugido de los aviones que atraviesan el cielo de Barajas. Las protestas por el deterioro medioambiental que origina el trasiego de aeronaves son tan viejas como el aeropuerto. Los vecinos han salido incontables veces a la calle con pancartas, se han desplazado en pijama hasta el aeropuerto y han elevado denuncias por escrito ante todas las administraciones, desde la municipal a la europea. "El gran agresor del distrito es AENA [Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea], que hace y deshace sin contar con los representantes políticos de Barajas. AENA construye aparcamientos, ocupa vías pecuarias y parte el río Jarama sin dar cuenta al concejal, que no hace valer su cargo", se queja Eugenio Morales (PSOE). El presidente del distrito se encoge de hombros, "porque ante lo que impone la ley poco se puede hacer". Tomás Serrano justifica su actitud: "La Ley de Acompañamiento de los Presupuestos y el informe de impacto ambiental del aeropuerto dicen muy claro que AENA puede hacer obras sin buscar el visto bueno del Ayuntamiento, porque AENA pertenece a una administración superior y porque el aeropuerto es una instalación de interés general". "Las obras en las pistas y su zona de servicios no están sometidas a control municipal, la única obligación de AENA es comunicarlo al Consistorio", agrega. De todas formas, Serrano confía en que el ruido del distrito se atenúe cuando la ampliación del aeropuerto desplace las pistas hacia el río Jarama. A falta de fuerza legal para impedir que cada vez más aviones sobrevuelen el cielo de Barajas, el Consistorio trata de sacar el lado positivo al problema: "Gracias al aeropuerto, en este distrito no hay paro, porque el 70% de las familias que viven en el distrito tiene al menos un miembro trabajando en o para el aeropuerto", apunta Serrano. Y "para aportar un granito de arena a la lucha contra el ruido", el Ayuntamiento trabaja en la creación de pantallas acústicas. Una de ellas, según Serrano, es la construcción de un pasillo verde en la Alameda de Osuna. El edil del PSOE discrepa: "Se trata de una antigua vía del tren que fragmenta el barrio de la Alameda de Osuna y que los vecinos desean convertir en una gran zona verde, pero el PP pretende urbanizar y hacer una vía rápida en lugar de un paseo". El presidente del distrito rebate esos argumentos con otros datos: "Lo único que se va a mantener urbanizado es la calle de La Rioja, pero en el resto del territorio se plantarán 1.800 árboles, se construirán 1.500 plazas de aparcamiento subterráneo para residentes y se habilitarán carriles para bicicletas", afirma Tomás Serrano.

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Otro pulmón del distrito que sirve de refugio contra los decibelios es El Capricho. Su importancia y valor ecológico le han convertido en un parque-museo muy visitado últimamente. Este jardín del siglo XVIII fue propiedad de los duques de Osuna. El Ayuntamiento de Madrid lo compró en 1974. El parque conserva el espíritu romántico que quiso que tuviese la duquesa de Osuna. Alberga un conjunto palaciego con rico arbolado, praderas, jardines con rías, estanques y lagos, además de laberintos, ermitas, pabellones de juego, caballerizas y templetes. Hasta 5.000 personas se llegaron a concentrar cada domingo en el parque del Capricho el pasado verano, lo que llevó al equipo de Gobierno a plantearse cobrar una entrada. "Eso sentaría un precedente peligroso, ya que tendrían que cobrar por entrar en la Casa de Campo, y si eso fuese así tendrían que eliminar el tráfico de su interior", razona Gerardo del Val, de IU. La resistencia vecinal a la aplicación de una tasa frenó las intenciones municipales, y de momento sólo se limita el aforo.

La vivienda es otro asunto que preocupa a los grupos de la oposición en el Ayuntamiento. Según los cálculos del concejal de IU, Gerardo del Val, un piso de 90 metros cuadrados puede costar 300.000 euros (50 millones de pesetas), un precio que se ha multiplicado por dos en los últimos cinco años. "Eso hace que el distrito cambie sociológicamente, porque los precios expulsan del barrio a los hijos de la clase trabajadora que siempre residió en Barajas y, en cambio, se están instalando familias con niveles económicos muy altos", opina del Val. El concejal responsable de Barajas reconoce que los pisos son caros y lo justifica en el hecho de que "no se pueden construir edificios de mucha altura" porque entorpecerían el paso de los aviones. Y añade: "Este distrito va a crecer muy poco, ya que en los próximos diez años se levantarán 2.000 viviendas, frente a las 175.000 de los municipios del entorno". Serrano pinta un panorama alentador para los bolsillos estrechos: "La mitad de los pisos que se van a construir en el ensanche de Barajas será de precio tasado y protección oficial, y ya hemos reservado dos parcelas en el barrio de Los Coronales y frente al parque del Capricho para viviendas de alquiler protegido". Otras reivindicaciones de vecinos y oposición son la construcción de más escuelas públicas y polideportivos, una comisaria y un centro para personas mayores por cada barrio, a las que el concejal de Barajas responde: "Tenemos una escuela pública, y la Consejería de Educación va a levantar otra en la avenida de Logroño; hace un año inauguramos una biblioteca y un polideportivo cubierto; disponemos de dos comisarías que están a menos de cuatro minutos en coche, una, en el distrito de Hortaleza, y otra, en el aeropuerto, aunque he pedido una propia a la Delegación del Gobierno, y ya hay tres centros de mayores en Barajas, que convierten al distrito en el de mayor número de plazas para ancianos por habitante, ya que la media de edad de los vecinos es muy joven". Así es: los mayores de 65 años son el 10,97% de la población, mientras que la media de la capital está en el 19,65%. Con todo, aún queda mucho por hacer en un distrito que nació en 1987.

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