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CRISIS EN FIAT

Tres salvavidas para el naufragio de Fiat

Diferentes planes de rescate pugnan por resolver la fuerte crisis del primer grupo industrial italiano

Giovanni Agnelli, patriarca de la familia de Turín que controla Fiat, ha corregido siempre a los que se referían al grupo llamándolo empresa automovilística, recordándoles que el nombre Fiat engloba muchos otros sectores, tanto industriales como de servicios, editorial, seguros e incluso de energía. El patriarca tiene razón, pero el automóvil, de donde surgió el imperio hace más de un siglo, ha sido siempre la tarjeta de visita de Fiat, su mejor cara y al mismo tiempo su cruz, porque la última crisis del auto ha arrastrado a todo el grupo.

Las próximas semanas serán decisivas para el futuro del principal grupo industrial italiano. La agenda de la casa del Lingotto, sede de Fiat, y de sus principales accionistas, los Agnelli, está repleta de reuniones y contactos al más alto nivel. Desde la reunión de la Giovanni Agnelli & Co., la sociedad donde la famosa familia de Turín guarda sus tesoros accionariales, prevista para el 24 de enero, hasta la reunión del 28 de febrero, en que la dirección del grupo abordará los resultados del último trimestre de 2002. En ambos casos es seguro que las citas serán la ocasión para discutir otros temas más acuciantes. Por ejemplo, ¿qué salida dar al plan oficial de reestructuración, ya en marcha, aprobado por el Gobierno italiano el mes pasado, que preveía más de 8.000 despidos y el cierre de dos de las seis fábricas italianas de Fiat Auto? Este plan encontró la oposición cerrada de los sindicatos y provocó una verdadera revuelta en Sicilia, aterrada por el anuncio de cierre de la fábrica de Termini Imerese, único oasis en el desierto industrial de la isla.

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Fiat ha tenido que corregir ya el planteamiento inicial, dando seguridades de que Termini no sufrirá las consecuencias de la crisis. Originariamente el plan fue diseñado para sanear la filial de automóviles, que no ha hecho más que acumular pérdidas en los últimos años, y poder ejercer así dignamente la opción de venta a General Motors, a partir de enero de 2004. La casa de Detroit se comprometió a ello cuando en 2000 adquirió el 20% de Fiat Auto. Sin embargo, la crisis ha devaluado Fiat (el valor de mercado del grupo es de poco más de 4.000 millones de euros) y los socios norteamericanos han dejado entrever que sólo comprarían la filial de automóviles a precio de saldo. Ante esta perspectiva, el plan oficial ha perdido parte de su sentido, y hasta sus principales defensores, los bancos prestamistas, han comenzado a delinear un nuevo proyecto, que puede denominarse como plan oficial bis, al que se han sumado en las últimas semanas otras dos iniciativas, todavía no detalladas, que compiten por encontrar una salida a la crisis de Fiat: el plan Colaninno y el plan del Tesoro, presentado por un banquero milanés.

- El 'plan oficial bis'. Los cuatro grandes bancos que participaron junto a otros institutos en la firma de un crédito convertible de 3.000 millones de euros al grupo, en julio pasado, reconocieron el jueves que el plan originario será analizado con la empresa para ver si es necesario un desarrollo ulterior del mismo. Los analistas dan por hecho que los bancos han ofrecido ya una única opción: recapitalizar Fiat Auto y segregarlo de la matriz de Fiat manteniendo el mismo accionariado, aunque podría ampliarse con otros empresarios. A los Agnelli se les pediría que invirtieran en esta aventura, en la que participarían también los socios de General Motors, quizás a cambio de que Fiat renunciara a ejercer la opción de venta.

- El 'plan Colaninno'. Inesperadamente, el empresario Roberto Colaninno, ex presidente de Olivetti y de Telecom Italia, acaba de presentar una oferta amistosa para quedarse con el control de Fiat. Nadie sabe exactamente en qué consiste su propuesta, pero él ha explicado cuáles son sus objetivos: invertir sus ahorros -primero se habló de 1.000 millones de euros, luego se ha rebajado la cifra a 500 o 600 millones de euros- y los de algunos socios de confianza en Fiat Auto para intentar su recuperación, evitando así que Italia pierda una industria tan importante como la del automóvil, que emplea a decenas de miles de personas directa o indirectamente.

La fórmula de Colaninno prevé la venta de algunas de las joyas del grupo -quizás el sector editorial, la aseguradora Toro o Fiat Avio- para lograr los fondos necesarios con los que reconstruir Fiat Auto. Un plan de cinco años de duración, al que el empresario de Mantua invita a sumarse a la familia Agnelli, con la que compartiría el título de principal accionista. Colaninno ha presentado su oferta a Giovanni Bazoli, hombre fuerte de la Banca Intesa, principal acreedora de Fiat y muy influyente con los Agnelli y con la Banca de Italia.

- El 'plan del Tesoro'. La tercera propuesta, todavía oficiosa, está avalada por el propio ministro del Tesoro, Giulio Tremonti, aunque ha sido presentada por el banquero milanés Guido Roberto Vitale "a título personal". Se trata de una hipótesis que parte de la segregación de Fiat Auto del grupo, aunque, en esta ocasión, mediante la creación de una nueva empresa que se haría cargo de la filial y en la que participarían tanto General Motors como la matriz Fiat, además del Estado, con un 25% del capital.

El principal atractivo de la nueva entidad sería contar con el 56% de Ferrari-Maserati. Algo muy similar a la propuesta que el propio primer ministro, Silvio Berlusconi, hizo en noviembre cuando fantaseó con la posibilidad de crear un polo del coche deportivo en el que estarían las firmas Alfa Romeo, Ferrari y Maserati. Entonces el plan fracasó, pero quedó guardado en un cajón por si la situación de Fiat obliga a recurrir a una solución de emergencia. Hasta ahora, la dirección del gigante italiano ha negado que exista plan alguno diferente al oficial de reestructuración. Está por saber si el exceso de planes de salvamento no terminará por ser un lastre que hunda definidamente al náufrago.

Los Agnelli niegan tensiones internas

La seca respuesta de Umberto Agnelli, hermano menor del patriarca, a la oferta del empresario Roberto Colaninno de asumir el mando de la crisis invirtiendo dinero propio en Fiat ha ido acompañada de intensos rumores de división interna en el poderoso clan de Turín. De acuerdo con algunas hipótesis, la autoridad de Umberto habría quedado muy menguada tras el fallido intento de descabalgar al actual presidente de Fiat, Paolo Fresco, el mes pasado, para sustituirlo por un hombre próximo a Mediobanca, el banco de negocios milanés. Un diario de escasa difusión pero muy influyente, Il Foglio, editado por el periodista próximo a Berlusconi Giuliano Ferrara, reveló la existencia de grandes enfrentamientos dentro de la familia propietaria de Fiat, dividida sobre la gestión del grupo y las propuestas de salida de la crisis. Susanna Agnelli, en concreto, al contrario que Umberto, se habría mostrado muy interesada en el plan de Colaninno, que le fue presentado personalmente por el empresario. Las hermanas desmintieron el viernes, en una larga carta enviada a Il Foglio, las divisiones familiares, reiterando su total sintonía con Umberto. "Querríamos recordar", dice la carta, "que nuestro hermano Umberto está plenamente legitimado para tratar y para hablar en nombre de todos nosotros los socios". En la misiva, las cuatro hermanas aprovechan para agradecer diplomáticamente a los empleados y directivos del grupo los esfuerzos realizados para superar "un momento difícil".La única cosa clara es que la dinastía de Turín parece haber renunciado a su papel hegemónico y se dispone a iniciar una discreta y paulatina salida de la escena industrial, al menos de Fiat Auto.

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