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Columna
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Desencuentros

La asociación Jueces para la Democracia de Andalucía ha criticado la actuación de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía ante la imposibilidad de que la madre de Iván y Sara pueda recuperara la custodia de sus hijos, pese a estar en condiciones de ejercer de madre.

No es la primera vez que esta Consejería soporta críticas por su forma de actuar. Sin embargo, su denuncia no acaba aquí. También dicen estos jueces que la lentitud de los procesos judiciales facilita estos resultados. Una afirmación que sirve, además, para cohonestarla con las modificaciones que se están sucediendo en materia de justicia a nivel nacional pues, quiérase o no, repercutirán en esta comunidad.

La creación por el PP de un Juzgado de Vigilancia Penitenciaria Central (Madrid) va a dar lugar a que presos que cumplan condena en prisiones andaluzas no puedan comunicar con su juez. El incremento de las penas de prisión en delitos muy graves, la entrada automática en prisión en delitos menos graves y la imposibilidad de hecho de la reinserción, también dará lugar a que los jueces se conviertan en aplicadores del Derecho del Gobierno, y a que las Ciudades de Justicia den paso a ciudades penitenciarias.

Esta nueva realidad vuelve la espalda a una larga tradición jurídica, que estaba marcada por un derecho que descansaba en la casi libre interpretación de las normas por sus jueces y en la rehabilitación del delincuente, por lo que, como en el caso de Iván y Sara con su madre, puede que ciudadanos y justicia tarden en encontrarse, y la sociedad sea aún más injusta que la que pueda generar la lentitud que denuncian estos jueces.

Tal vez por ello, y dado el uso que el PP está haciendo del Pacto por la Justicia, no estaría de más que el grupo socialista comprobara si su desarrollo coincide con los principios en los que históricamente ha basado su política en materia de derechos y de reinserción y olvide el pragmatismo de su adversario. Un pragmatismo que le hace sacar de la chistera leyes, y candidatas rosas, que le sirvan para ocultar que los efectos del Prestige, solo son la punta del iceberg de esta política. Pero, en fin, uno de lo que quería escribir era de menores, y de la Consejería de Asuntos Sociales, y no de cosas que solo pasan en las películas de Guantánamo. En otra ocasión, será.

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