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En busca de un test seguro para descubrir las alergias a fármacos

Investigadores de Málaga idean una prueba 'in vitro' que evite reacciones graves

Las alergias a los fármacos representan entre un 5% y un 10% de las reacciones alérgicas, y parece que van en aumento. Para colmo, las técnicas de detección fallan en un 30% de los casos y a veces desencadenan reacciones severas en el paciente. Un grupo de investigadores malagueños trata de mejorar la sensibilidad de los tests in vitro que ya existen para que el diagnóstico sea certero y sin riesgos con una simple extracción de sangre. El objetivo es sustituir las tradicionales pruebas cutáneas del brazo o la espalda por otras de laboratorio.

El desafío que se han planteado los investigadores de la Universidad de Málaga (UMA) y del hospital Carlos Haya tiene su razón. Las alergias comunes -como por ejemplo a los ácaros, al polen o a los gatos- son detectadas casi en su totalidad y los riesgos no suelen pasar de una irritación de la epidermis. En cambio, en las alergias a los fármacos, sumando las pruebas cutáneas y los tests in vitro existentes, sólo se detectan el 70% de los casos. Además, entre un 3% y un 5% de los pacientes acusa reacciones severas.

Con los actuales test 'in vitro' y cutáneos sólo se detecta el 70% de alergias a fármacos

"El problema es que los tests de laboratorio fallan donde más se necesitan", resume María José Torres, de la Unidad de Investigación de Enfermedades Alérgicas del hospital malagueño. Para tratar de aportar una solución, el equipo -junto con el Departamento de Química Orgánica de la UMA- trabaja en elevar la sensibilidad de las pruebas in vitro. "La meta es que no se les pase ni una", aclara el profesor Ezequiel Pérez. Y precisa: "El test in vitro imita en tubos de ensayo el proceso de reacciones que se desencadena en el organismo cuando entra en contacto con agentes externos, evitando así las pruebas cutáneas".

Después de cuatro años de trabajo, los investigadores han logrado avances: han mejorado los soportes empleados en el laboratorio para hacer el diagnóstico. Éstos son discos de papel de dos milímetros de diámetro iguales al desecho de una troqueladora con un tratamiento específico para que se les adhieran los anticuerpos que tiene cada paciente. Para ello, esos discos se sumergen en el suero de la sangre extraída al enfermo. Las pruebas hechas con muestras de unos 150 pacientes de hospitales de Almería, Madrid, Roma y Málaga -y que funcionan como grupo de control ya que son tratados por los servicios de alergología de esos centros- han confirmado que estos soportes son más sensibles que los anteriores. Los investigadores no se arriesgan a precisar cuánto más sensibles son ni cuándo podrían comercializarse. Lina Mayorga, del Carlos Haya, aclara que "se ha mejorado la fiabilidad, pero no es suficiente todavía para que sustituya al test cutáneo".

Los investigadores son cautos y no quieren generar falsas expectativas, porque ahora se inicia la fase en que sus avances deben validarse con una población más amplia para confirmar que el método diagnóstico no arroja falsos positivos ni falsos negativos. Los resultados parciales del trabajo, en el que también colabora el hospital La Paz de Madrid, han sido publicados en la revista de la American Chemical Society. El proyecto cuenta con financiación europea y del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS).

Las ventajas del test in vitro sobre las pruebas cutáneas son varias. No es invasivo ya que sólo requiere una extracción de sangre, puede hacerse en un centro de salud porque no hay riesgo de una reacción y es más rápido, ya que pueden probarse distintos fármacos a la vez en diferentes tubos, algo que no es posible en el cuerpo del paciente.

El equipo del Carlos Haya investiga estas alergias desde 1988. Con anterioridad a este proyecto, sus integrantes ya descubrieron que los alérgicos a los fármacos no siempre reaccionan de forma adversa a todas las variantes de la penicilina, por ejemplo -y existen más de medio centenar-, sino a algunas en concreto. Un hallazgo que abre una puerta para que esos enfermos sean tratados con una penicilina alternativa y no excluidos totalmente del tratamiento con este medicamento que en ocasiones es insustituible.

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